MÚSICA
Silvia Pérez Cruz: «A nivel económico muchos artistas buscan un “hit”, pero yo nunca he pensado en eso»
La cantante gerundense publica «Farsa (género imposible)», un disco con canciones creadas para el cine, la danza o el teatro
A Silvia Pérez Cruz (Palafrugell, 1983) se la ve contenta en medio de la tormenta. «Bueno, es que ha sido fantástico poder estar con mi hija de 12 años durante el confinamiento y verla crecer a tiempo real. ¡Me ha encantado! Y hemos tenido momentos de miedo, ansiedad y tristeza, claro, pero las dos teníamos esa parte creativa para sobrellevarlos. Hemos jugado, imaginado y creado juntas muchas veces. Ha sido la mejor forma de vivir esto», asegura.
¿Y le ha cantado en la intimidad las canciones nuevas? «Ella las escucha directamente cuando las voy creando y se las sabe todas, aunque no quiera. Su opinión es muy importante para mí, al igual que la de mi madre y mi hermana. Las tres son muy sensibles y aciertan en cosas muy distintas», reconoce. Entonces se levanta de un brinco y va hacia una caja en la esquina que contiene un montón de copias para firmar de su último disco: «Farsa (género imposible)» (Universal, 2020).
Quita el precinto y enseña el cedé con mucho entusiasmo, con su rostro pálido maquillado en la portada y ese verso de Fernando Pessoa en el interior: «El poeta es un fingidor / Finge tan completamente /Que hasta finge que es dolor / El dolor que en verdad siente». «¡Buah, es increíble! -exclama la cantante gerundense-. La idea de que la máscara que llevamos todos somos nosotros también me dio la vuelta a la cabeza al leerla». Luego saca el elepé y rompe el plástico con una sonrisa para que veamos la portada, que es diferente a la del cedé, llena de naturaleza y colorida. Es bonita, la verdad, y parece orgullosa. Se detiene entonces en el diseño interior, con sus retratos, el texto de Pablo Messiez y los dos vinilos que lo componen. Una cara para cada una de las disciplinas con las que ha interactuado en estos años de silencio, germen del trabajo.
–El parón ha sido productivo.
–Aunque he estado fuera de la prensa los últimos años, he trabajado mucho en procesos creativos compartidos con otros artistas. Hay canciones creadas para el cine, el teatro, la danza, el cine de animación… Es como un diálogo con otras disciplinas y quise que el disco físico fuese también un reflejo de eso. Por ejemplo, con las ilustraciones o las fotos en las que aparezco maquillada como si fuera un lienzo. Incluso estoy haciendo unos vídeos con el director Isaki Lacuesta [«Entre dos aguas»] y Alba Flores .
–¿Es un valor añadido que, como se destaca, las 13 canciones de «Farsa» sean suyas?
–No, porque «Granada» (Universal, 2014) fue un disco de versiones muy elogiado. Se entendió que reivindicábamos la versión como un acto de creación, porque también hay algo muy personal cuando se interpreta a otro. ¡Y a mí me encanta hacer las dos cosas! Es cierto que a nivel económico muchos artistas buscan un «hit», pero yo nunca he pensado en eso.
–¿Y no le han presionado en ese sentido?
–Cuando alguna vez me han comentado que los artistas con carreras largas son los que tienen un éxito que les funciona muy bien, yo les respondo: «¡Ah, pues perfecto para ellos!». Yo siempre he tenido mucha libertad, haciendo lo que quiero y a mi ritmo. Mi objetivo nunca fue ser famosa, sino cuidar mi espacio creativo. De hecho, el éxito de No hay tanto pan para mí fue una sorpresa, porque ya ni la sentía como mía. Pensé: «¡Hostias, si la he compuesto yo!». No sé… No siento presión en ese sentido.
–¿Y la discográfica?
–¡Para nada! Cuando entré a Universal, les dije: «Yo no voy a cambiar nada». A ellos les gustaba que fuera yo misma. Y, de hecho, «11 de novembre» (2011) fue disco de oro a pesar de ser canciones en castellano, catalán y portugués. Desde entonces confían en mí. Y tampoco fue el único sello que vino a hablar conmigo, pero tenía las cosas claras con todos: si suma a lo que soy, bien, y si no, fuera.
–¿Le incomoda ser conocida?
–Antes de firmar, advertí: «Yo no quiero ser famosa». Y la persona por la que entré, Álex Sánchez, dijo: «La fama es lo que tú quieres». Y me convenció, porque si es consecuencia de que lo que hago en libertad a la gente le gusta mucho, vale, no me importa aprender a gestionarla. Pero nunca fue el objetivo.
–Pues con 18 años le propusieron ser «la nueva Norah Jones».
–Sí. Fue un hombre de la industria que se me acercó en el club Jamboree de Barcelona después de cantar. Yo le pregunté: «¿Podré seguir actuando aquí?». Él dijo que no y yo le respondí que, entonces, no me interesaba. No quería saltarme los pasos y no se trata de triunfar. Cuando alguien te ofrece algo así, siempre quiere algo a cambio. ¡Es otro idioma, no me interesa!
–¿Nunca pensó autoeditarse sus discos?
–Bueno, ya me los pago yo. Universal los distribuye y me ayuda con la promoción. Los discos son míos, aunque no lo sabe mucha gente porque no lo voy contando. Por eso soy libre en la imagen y en la cantidad y el tipo de discos que quiero hacer.
–«Farsa» reflexiona sobre la perfección que mostramos en las redes y fuera de ellas, ¿no?
–Sí, es muy bestia. El poder parece estar de moda, como si tuviéramos la obligación de ser fuertes. Luego pensé en la libertad que me da la música, y yo me siento como en casa cantándole a la belleza de la fragilidad y la vulnerabilidad del ser humano. Quiero encontrar la fuerza y el poder en lo frágil.
–De la Escuela Superior de Música de Cataluña (Esmuc) salieron Rosalía, María José Llergo, Andrea Motis y usted. ¿Habría llegado hasta aquí si no hubiera estudiado allí?
–Me habría dedicado a lo mismo, seguro. He estudiado música y cantado toda mi vida. Cuando llegué a Barcelona quería estudiar Filosofía y Antropología, pero alguien me avisó de esta escuela y cambié de opinión en el último momento. Es verdad que se crearon Las Migas , una banda muy importante para mi carrera, pero, sí, me habría dedicado a lo mismo.
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