Fotografía de la serie «Paris, rien de plus» (2003), de Alberto García-Alix, en el bulevar Salvador Allende de Alcobendas (Madrid)
Fotografía de la serie «Paris, rien de plus» (2003), de Alberto García-Alix, en el bulevar Salvador Allende de Alcobendas (Madrid)
FERIA DEL LIBRO / POESÍA

Poesía en la Feria del Libro, confidencias al oído

La poesía liberadora, la poesía mestiza, la hipnótica, la despiada, la alegórica, la caótica... Todas tienen cabida en la Feria del Libro. De Blas de Otero a Luis García Montero

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¿Qué ofrecen los poetas en esta época de crisis y de incertidumbres políticas? Antes de que empiece la «prosa defectuosa» de la campaña electoral, como diría Caballero Bonald, tal vez encontremos en las casetas del Retiro algunos libros que nos ayuden a pasar este tiempo de zozobras. Porque un libro de poemas siempre nos defiende de la realidad, siempre intenta expresar la realidad en su grado más alto. Frente a las largas colas, frente al ruido mediático, la poesía sigue siendo esa confidencia que alguien te susurra al oído, como quería Auden. Un susurro que busca la conciencia y la verdad, la misma que hallamos en Blas de Otero, cuya «Obra completa» reimprime ahora Galaxia Gutenberg.

Pero ¿ha muerto la poesía?

Si existe hoy un autor de culto, ese es Pedro Casariego Córdoba. Desde 2004 hasta la actualidad, Tansonville ha ido editando los seis volúmenes de sus «Poemas encadenados», en ediciones tan cuidadas y exquisitas como bellas. Pedro Casariego construye en sus libros narraciones caóticas de una rara belleza, donde el problema de la identidad, del amor o de Dios son expresados a través de una voz inolvidable, plenamente moderna, que lo sitúan entre lo mejor de nuestra poesía. Su suicidio, en la estación de Aravaca en 1993, solo ha hecho acrecentar su leyenda: la de un poeta poderoso, la de un poeta singular que supo, como los grandes creadores, no parecerse a nadie.

Emoción y dolor

Pedro Casariego apuntó además una de las características más importantes de la poesía de hoy: el mestizaje de géneros. Por eso, los que piensan que la literatura del siglo XXI será fundamentalmente fruto de la fusión de la poesía con la narrativa, no deben perderse «Autobiografía de Rojo», de Anne Carson (Pre-Textos). En ella la poesía y la novela dialogan para crear un texto deslumbrante, tan clásico como innovador, verdaderamente hipnótico. La historia de Gerión, escrita y metamorfoseada aquí, nos muestra a una poeta dueña de una lengua natural y que sabe crear una nueva poética a partir de los rastros encontrados en nuestra tradición, de la literatura griega a «La Divina Comedia».

Una de las características más importantes de la poesía de hoy es el mestizaje de géneros

Poema que esconde un relato, «Han venido unos amigos», de Antoni Marí (Renacimiento), es un libro cuyo poder de emoción, de calidad poética sitúa a su autor entre lo mejor de la poesía catalana de hoy. Desde el retiro provocado por la convalecencia de una enfermedad, Antoni Marí escribe un texto sobre la memoria, la amistad o la naturaleza que abre su obra a nuevos y muy interesantes modos expresivos, creando así una alegoría con profundas raíces románticas, pero con una dicción absolutamente personal.

En esas arenas movedizas de la mezcla de géneros nos encontramos con «Canal», de Javier Fernández (Hiperión), donde se crea un poema-relato sobre el fallecimiento de su hermano, ahogado en un canal en 1975. Poema sobre la memoria y el duelo, sobre el dolor y la superación del dolor, hay que destacar en él la preocupación por explorar nuevos niveles de escritura más allá de los habituales en la poesía.

De exilios y nomadismos

Nuevos niveles de escritura que nos encontramos igualmente en dos libros que sin duda no pueden pasar inadvertidos: la edición de «Ciudad del hombre», de José María Fonollosa (Edhasa), y «Mi más hermoso texto. Poesía Completa», de Alberto Cardín (Ultramarinos). Un Alberto Cardín felizmente recuperado como poeta que se nos aparece en este libro como un cronista cínico y despiadado con la realidad, tan lúcido como autodestructivo. Y que, en cualquier caso, nos muestra esa otra cara de los felices años de la Transición desde una disidencia radical, no solo política, sino poética e intelectual.

Y hablando de disidencias y de exilios, «Pleamargen» (Galaxia Gutenberg) antologa al André Breton de los años 40, cuando huye del nazismo. Un Breton que, aunque ya ha roto con el dogma comunista de Moscú, mantiene el poder revolucionario de la poesía, una revolución no solo de ideas, sino también poética y espiritual. Una poesía como camino liberador, como palabra hecha libertad.

¿Ha dejado la poesía de tener la relevancia social que tuvo en otras épocas?

Diverso y siempre magnífico, trágico y cotidiano, Hugo Claus escribe una poesía siempre a la contra de lo impuesto, se llame religión, moral o política. Dotado de un indudable poder para la burla y capaz, asimismo, de escribir intensos y bellos poemas de amor, «Conserva el deseo» (Huerga & Fierro) es el libro de Claus que debería llamar la atención de todo buen lector de poesía y marcar el reconocimiento que, entre nosotros, siempre ha debido tener este genial artista.

Dos grandes poetas ya fallecidos presentan su «Poesía Completa»: Carlos Sahagún (Renacimiento) y César Simón (Pre-Textos), dos voces en la periferia (incluso en el caso de Sahagún, la automarginación) que, sin embargo, crearon dos de las aventuras poéticas que en estos momentos era necesario rescatar y valorar.

Vacío moral

De viajes y nomadismos, de identidades y memoria (con Cuba al fondo) habla Víctor Rodríguez Núñez en «despegue» (Visor), un libro que lo sitúa entre lo mejor de la poesía hispanoamericana de hoy y donde el buceo en la realidad y la tensión lingüística son marca de la casa. Y ese fecundo diálogo entre imaginación y realidad, entre expresión personal y conciencia social, es el que nos encontramos en «Fuera de sitio» (Visor), el libro que da cuenta de todo el itinerario poético de Antonio Lucas. Un poeta que empieza a demostrar ya una espléndida madurez. Como momentos de madurez, universos distintos pero singulares, encontraremos en «Corteza de abedul», de Antonio Cabrera (Tusquets), o en la «Poesía Completa» de Manuel Vilas (Visor). Aunque hablando de poesía última, no se pierdan «Te Deum», del polaco Tadeusz Dabrowski (La Isla de Siltolá). Poeta urbano, de una contemporaneidad irónica, y con una mirada capaz de recoger esta realidad cambiante y nómada de hoy.

¿Ha dejado la poesía de tener la relevancia social que tuvo en otras épocas? En «Balada en la muerte de la poesía» (Visor), Luis García Montero responde a todo esto y crea un poema en prosa donde lo narrativo y lo dramático (con la grandeza de Lorca al fondo) le sirven para reflexionar sobre el papel de la poesía en este instante de mercantilismo y de simulacro. El poeta asiste al entierro de la poesía para decir que si eso fuera cierto estaríamos ante el principio de un vacío moral, de un abandono de la conciencia. Porque la poesía no es otra cosa que un intento de explicación del mundo.

¿Ha muerto la poesía? Mientras los grandes medios de comunicación le dan la espalda, muchos jóvenes vuelven a llenar bares y garitos buscando ese instante mágico en que alguien, a través de la palabra, vuelve a emocionarnos. Por eso, en esta Feria del Libro, el que se pone a prueba no es el libro, sino el comprador. Lo demás es política.

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