Óscar Alzaga, ayer en el Prado junto al «Retrato de Manuela Isidra Téllez-Girón», de Agustín Esteve
Óscar Alzaga, ayer en el Prado junto al «Retrato de Manuela Isidra Téllez-Girón», de Agustín Esteve - ISABEL PERMUY

Crece la familia de los duques de Osuna en la colección del Prado

Óscar Alzaga dona seis obras a la pinacoteca y costea con 300.000 euros la compra de un retrato infantil pintado por Agustín Esteve

Madrid Actualizado: Guardar
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Tras la Familia Real, la de los IX duques de Osuna es la familia mejor representada en el Museo del Prado. Con el matrimonio de Pedro de Alcántara Téllez-Girón, marqués de Peñafiel y primogénito del VIII duque de Osuna, y María Josefa de la Soledad Alonso Pimentel, condesa-duquesa de Benavente, se unieron dos de los linajes nobiliarios más señeros del país. Tuvieron cinco hijos: Josefa Manuela, Joaquina María, Francisco de Borja, Pedro de Alcántara y Manuela Isidra, la benjamina y protagonista de esta historia. Fue una familia ilustrada y distinguida, con grandes inquietudes culturales y artísticas. Durante cuatro décadas Goya y Agustín Esteve, especialmente, pero también otros artistas, retrataron a los duques y sus hijos.

Muchos de ellos cuelgan hoy en el Prado. Es el caso de «Los duques de Osuna y sus hijos», «La marquesa de Santa Cruz» y «La duquesa de Abrantes», tres espléndidos Goyas. Se conservan retratos de cuatro de los hijos. Pero el que Esteve pintó de Pedro de Alcántara, Príncipe de Anglona, se halla en paradero desconocido. Al parecer, está en una colección privada española. Sabemos cómo es por una fotografía antigua del cuadro. El de su hermano mayor, de la colección Masaveu, atribuido antaño a Goya, luce ya hoy como obra de Esteve. Hubo confusión entre las obras de ambos artistas y, por tanto, atribuciones erróneas que están siendo corregidas.

El mejor retrato de Esteve

Un encantador retrato de la pequeña Manolita, descalza, con un vestido de muselina transparente y una muñeca en la mano, pintado por Esteve en 1797, ha sido adquirido por el Prado gracias a la aportación económica de Óscar Alzaga, que ha pagado los 300.000 euros que costaba. Considerado el mejor retrato de Esteve y el más original de los retratos infantiles del XVIII, con permiso de Goya, estaba hasta ahora en manos de una colección privada española. El Prado lo presenta en las salas 37 y 38 de Villanueva en una pequeña exposición, hasta el 1 de octubre, junto a otros retratos familiares, con préstamos de destacadas colecciones: Masaveu, Duque del Infantado, Martínez Lanzas-de las Heras y Fundación Casa Ducal de Medinaceli. En ella se confrontan Goya y Esteve con un reto común: pintar el color blanco. Un desafío del que ambos son maestros y salen airosos.

Según la comisaria de la muestra, Virginia Albarrán, en esta obra se aprecian claras influencias de Velázquez y Murillo

Para Andrés Úbeda, que se estrenaba ayer en público como nuevo director adjunto del Prado, el retrato de Esteve «es un cuadro magnífico, tiene una calidad exepcional». La comisaria de la muestra, Virginia Albarrán, destaca «su gran modernidad, se aparta de la tradición», así como la influencia que hay en él de Velázquez y Murillo. Del primero toma esos espacios indefinidos valazqueños; del segundo, la gracia y el colorido de sus figuras. La postura de la pierna de la niña retratada recuerda la de «El buen pastor», de Murillo. Un retrato en el que, según la comisaria, «Esteve se superó a sí mismo y que la duquesa de Osuna tenía colgado en su gabinete privado y no el salón, como el resto de los retratos familiares.

Pero la generosidad de Alzaga –jurista y catedrático jubilado, fue cofundador de UCD– fue más allá: donó al Prado el pasado mes de marzo seis lienzos de su colección: «Alegoría de la redención», de Jacopo Ligozzi; «Imposición de la casulla a San Ildefonso», de Sánchez Cotán; «San Jerónimo penitente», de Herrera «el Viejo»; «Inmaculada Concepción», de Antonio del Castillo; «Paisaje romántico», de Lucas Velázquez; y «San Juan Bautista», de Mengs. Serán presentados en otoño en la pinacoteca. «Soy un mero aficionado a la pintura clásica y un coleccionista de segunda división. La mayoría de las veces no pude adquirir en subasta lo que quería», advierte Óscar Alzaga, quien cree que cuadros de esta importancia «deben ser de la comunidad, del patrimonio colectivo». El mecenas expresa un deseo: que Esteve obtenga la atención que merece. Fue reconocido por sus contemporáneos, pero con los años cayó en el olvido. Con esta compra y la exposición el Prado contribuye a reivindicar su figura.

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