Rosetta, una gesta espacial con sello español
Simulación de la sonda Philae durante su aterrizaje sobre el cometa - esa

Rosetta, una gesta espacial con sello español

Científicos que han tenido una intervención decisiva en el éxito del módulo Philae aportan su testimonio para ABC

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Científicos que han tenido una intervención decisiva en el éxito del módulo Philae aportan su testimonio para ABC

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  1. Una participación fundamental

    Simulación de la sonda Philae durante su aterrizaje sobre el cometa
    Simulación de la sonda Philae durante su aterrizaje sobre el cometa - esa

    La ciencia española no ha sido ajena al último éxito en la conquista del espacio. Ingenieros e investigadores de nuestro país tienen una participación fundamental en aspectos clave de la misión Rosetta que han permitido que, por primera vez, un aparato fabricado por el hombre se haya posado sobre un cometa y haya logrado, además, perforarlo y enviar a la Tierra datos de las muestras obtenidas. Desde la creación y manejo de las cámaras que recogen las imágenes hasta el análisis de lo observado, la intervención española está presente a lo largo del proceso.

    Entre las instituciones que han contribuido a hacer realidad este logro histórico se encuentran el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) y la Universidad Politécnica de Madrid, que han participado en el desarrollo tecnológico de las cámaras Osiris y el detector de polvo y partículas del cometa Giada. Pero, además, numerosas empresas españolas han trabajado codo con codo con los científicos, entre ellas, Sener, Crisa, EADS-CASA y Thales Alenia Space España.

    Entre tanto, tras enviar datos desde el cometa, el módulo Philae se ha quedado sin batería y ha entrado en una especie de hibernación de la que podría despertar más adelante si recibe luz solar suficiente. En cualquier caso, la misión durará hasta finales de 2015 o principios de 2016.

  2. «Estamos orgullosos por el enorme valor científico»

    Diego Rodríguez es el director de Espacio de Sener
    Diego Rodríguez es el director de Espacio de Sener - abc

    El grupo vasco de ingeniería y tecnología Sener ha trabajado tanto en la plataforma de la sonda como en la carga útil. Ha suministrado el «Boom» para el despliegue de instrumentos, las persianas de protección que garantizan el correcto funcionamiento de los instrumentos embarcados y las pantallas ópticas para las cámaras y los rastreadores de estrellas.

    La intervención en la carga útil de la sonda se ha centrado en las cámaras del instrumento «Osiris», principal sistema óptico de Rosetta, así como en la electrónica del instrumento «Giada».

    El director de Espacio de Sener, Diego Rodríguez, asegura que este proyecto ha supuesto «un punto de inflexión» por la relevancia de su contribución, en una misión que ha sentado las bases de cooperación con centros investigadores como el Instituto Astrofísico de Andalucía (IAA) o el INTA. «Estamos muy orgullosos de haber podido participar en un proyecto de enorme valor científico como el Rosetta», señala Diego Rodríguez, que destaca el posicionamiento del grupo Sener como «líder» en este tipo de programas por sus «soluciones innovadoras» en ingeniería en aspectos clave como el control térmico.

    En este aspecto, la empresa española ha aportado el sistema 15 «louvres» para asegurar la estabilidad térmica de la sonda, con 16 hojas cada uno que se abren o cierran en función de la radiación incidente, operación que realizan de forma autónoma, sin aplicación de energía externa. Este concepto innovador fue diseñado por Sener hace más de 15 años, garantiza el control térmico incluso en los periodos de hibernación y se consigue un impacto mínimo en la masa total de la sonda, explican desde el grupo vasco.

    Rodríguez subraya el reto que ha supuesto para los ingenieros de la compañía el diseño y desarrollo de equipos para una misión tan longeva, con un largo periodo de hibernación, y sometida a grandes variaciones de temperatura. «Los equipos, críticos para el desarrollo de la misión, fueron suministrados a finales de los años noventa y, tras diez años de viaje, siguen funcionando, sin que se haya detectado fallo alguno desde su entrada en operación», afirman los responsables de la compañía.

  3. «Buscamos ladrillos que edificaron la vida»

    El científico Muñoz Caro, en las instalaciones del Centro de Astrobiología en Torrejón de Ardoz
    El científico Muñoz Caro, en las instalaciones del Centro de Astrobiología en Torrejón de Ardoz - abc

    Recién llegado de Berlín, Guillermo Muñoz Caro, científico titular del Centro de Astrobiología del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA, algo así como nuestra NASA) describe su participación en la misión Rosetta. Su papel, enmarcado en el experimento COSAC, consiste en analizar la composición del núcleo del cometa sobre el que se ha posado el módulo Philae. Forma parte del equipo que, una vez que se ha logrado taladrar el suelo cometario y se han recibido en la Tierra las muestras obtenidas durante la perforación, realiza ahora los análisis químicos.

    El objetivo final es detectar la presencia de aminoácidos y otras moléculas que puedan dar claves sobre la formación de vida a partir de materia inanimada. «Si los primeros seres vivos fueran una casa, buscamos los ladrillos de la vida», explica de forma gráfica Muñoz Caro, que está especializado en el estudio de los hielos que se encuentran cubriendo los granos de polvo interestelar.

    «Los aminoácidos de todos los seres vivos, incluidos los humanos, son exclusivamente de tipo L, un fenómeno para el que no tenemos una explicación», indica. Se considera que los cometas que impactaron sobre la Tierra primitiva aportaron moléculas que pudieron contribuir al origen de la vida y «sería por tanto interesante observar un número mayor de aminoácidos L en la muestra cometaria», apunta.

  4. «Las imágenes del cometa son una caja de sorpresas»

    Los investigadores Miguel Herranz, José M. Castro, Luisa M. Lara, Fernando Moreno, Pedro J. Gutiérrez y José M. Jerónimo
    Los investigadores Miguel Herranz, José M. Castro, Luisa M. Lara, Fernando Moreno, Pedro J. Gutiérrez y José M. Jerónimo - abc

    Se podría decir que Luisa M. Lara ejerce de fotógrafa, pero con una particularidad: su cámara está a 511 millones de kilómetros. Esta investigadora del CSIC en el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA) es una de las encargadas de garantizar que las imágenes que capta el orbital de la misión Rosetta llegan a la Tierra con la calidad suficiente. Después de un viaje por el espacio que dura 28 minutos, las fotografías se reciben en Alemania, pero ella se conecta desde el observatorio del IAA en Granada. Entonces, con los programas creados al efecto, ella y su equipo analizan la calidad de las imágenes y comprueban si ha habido algún problema en la transmisión o en la exposición.

    En función de lo que van viendo, se van efectuando correcciones en la órbita de la nave para apuntar mejor al cometa, así como en el tiempo en que se aplica cada uno delos distintos filtros. También van echando manos de «trucos», como desviar el ángulo para que en la imagen solo aparezca «una esquinita del núcleo» y «ver más gas» para poderlo analizar.

    El cometa observado es, para Luisa M. Lara, «una caja de sorpresas». «Pensábamos que sería esférico, o como una patata o un balón de rugby, pero tiene una forma muy compleja, como la de un patito de goma, con su cabeza, su cuello y su cuerpo», lo que a su vez hace que el eje gravitatorio sea también muy complejo, explica. «A medida que analizamos la estructura, nos quedamos boquiabiertos. Tenemos muchas más preguntas que no sabemos responder», confiesa.

  5. «La presencia española nos sitúa en la frontera del conocimiento»

    Ángel Sanz Andrés e Isabel Pérez Grande
    Ángel Sanz Andrés e Isabel Pérez Grande - esa

    El Instituto Ignacio da Riva de la Universidad Politécnica de Madrid ha participado en el sistema de toma de imágenes científicas Osiris, proporcionando soporte de diseño térmico y estructural al resto de los equipos involucrados. En concreto, los investigadores Isabel Pérez Grande y Ángel Sanz Andrés explican que se ha contribuido al desarrollo de un sistema de enfriamiento para el módulo de plano focal capaz de alcanzar una temperatura de 160 K (-113 ºC) en el sensor CCD de ese módulo.

    El requisito de temperatura «es completamente esencial para la consecución del éxito del proyecto, ya que el nivel de temperatura tan bajo es necesario para reducir el ruido eléctrico del sensor y asi obtener imágenes del cometa con la precisión solicitada por los investigadores», explican. Para estos científicos, «la presencia española en esta misión es de gran importancia, al situarla en la frontera del conocimiento en este campo».

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