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El jurado declara culpable al acusado del crimen de un taxista en Chiclana

Se han considerado los agravantes de alevosía, ensañamiento y aprovechamiento del lugar donde se produjo

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El jurado popular ha declarado culpable de asesinato al acusado de matar a un taxista en Chiclana en septiembre de 2003, al que asestó varias puñaladas y atropelló posteriormente con el coche, al considerar los agravantes de alevosía, ensañamiento y aprovechamiento del lugar donde se produjo, apartado para no ser descubierto, según han indicado a Europa Press fuentes judiciales.

El acusado había reconocido el primer día del juicio la autoría del crimen, aunque alegó que fue «en defensa propia», por lo que su defensa pedía que fuera penado como homicidio.

A partir de ahí, la defensa se basó en que se produjo una discusión en la que la víctima lo golpeó «con un objeto contundente» (el abogado habla de una piedra) y actuó en legítima defensa, por lo que solicita que se considere como un homicidio y que la pena no exceda de siete años y medio de prisión.

Por su parte, la acusación particular negaba ese atenuante y consideraba que el acusado actuó con alevosía y ensañamiento, por lo que solicita que se considere un delito de asesinato con una pena de cárcel de 25 años. La Fiscalía consideraba igualmente que la muerte del taxista se produjo por un asesinato, por lo que solicita 22 años de prisión.

Una clave en la que incidieron durante el testimonio de los forenses, que declararon que el cuerpo de la víctima no presentaba ninguna erosión ni signo de haberse producido un forcejeo y añadieron que las heridas que presentaba el agresor en las piernas podían haberse realizado con un matorral y las de las manos eran compatibles con una autolesión.

En el primer día de juicio, todas las partes coincidieron en el principio y el final de los hechos, la cuestión era dilucidar si se produjo o no la discusión y agresión que afirmaba el acusado.

Según el acusado, el taxista no le puso «ningún impedimento» por el hecho de que el servicio tuviera parte del trayecto por caminos de tierra, hasta que «se originó una discusión sin sentido e ilógica y me obligó a bajarme del taxi».

Según el relato del reo, «me negué, él se bajó hecho una fiera y me dio un golpe en la frente con algo muy duro». A partir de ahí, se originó una pelea en la que «apareció un cuchillo» y los dos forcejearon en el suelo, terminando la contienda a ocho metros del vehículo.

Aunque «ya estaba muerto» el taxista, según señaló el acusado, «no podía dejarlo allí», por lo que lo metió en el maletero. No obstante, el cuerpo yacente del taxista fue atropellado por su agresor, lo cual alega que no lo hizo para causar más daño a la víctima, sino porque «el hueco (de la calle) era estrecha» y era «la forma más corta» para poderlo introducir en el maletero del vehículo.

Por contra, la acusación mantenía que se produjo un ataque a la víctima con alevosía y ensañamiento, por lo que pide la máxima pena de asesinato.

El acusado había estado trabajando como taxista en Chiclana dos años y medio antes de los hechos, y aunque reconoció que no se llevaba bien con su víctima, niega que tuviera algo que ver con lo sucedido. De hecho, cuando declaró ante la Guardia Civil tras ser detenido había manifestado que "lo ocurrido no se debe exclusivamente a las rencillas del pasado".

En definitiva, unos hechos que terminaron con la muerte del taxista de 44 años, en el que todas las partes coinciden en el principio y en el final de los hechos, pero donde la discrepancia ha estado en el origen de la agresión y posterior muerte de la víctima.

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