Pan y circo

Primer aviso

El Cádiz no fue rival para el Atlético. Paco Martín
Pepe Reyes

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Sonaron clarines y timbales que anuncian al Cádiz que ya está pasado de faena, que el tiempo se agota y que debe afrontar la cercanísima hora de la verdad. Que todo lo realizado hasta ahora quedará como mera anécdota porque ha llegado el decisivo momento de empuñar la espada y arrojarse con valentía al morrillo del avieso toro de la temporada. Pero la triste imagen ofrecida por el equipo ante su afición, en esa ctia tan señera, tan llena de historia y de tradición, como es el Trofeo Ramón de Carranza, no hace augurar nada bueno. Inoperante en vanguardia, espeso en la medular y frágil en defensa, nos hicimos merecedores de la derrota sin paliativos de ningún tipo. Y cunde una lógica preocupación porque la plantilla, lejos de reforzarse, ha perdido fortaleza, equilibrio y calidad respecto a la campaña pasada. Se han marchado Salvi e Idrissi y, salvo la apuesta exótica de Awer Mabil, no ha venido nadie para reforzar las bandas. Si a ello se le suman las lesiones de Iván Alejo y Sobrino, nos encontramos en la tesitura de que carecemos de mimbres para jugar con extremos. Razón por la cual, Sergio ensayaría ese fallido esquema de tres centrales y dos carrileros de pretendido largo recorrido, pero que nunca ganaron un balón a la espalda de los laterales. Y si hombres decisivos en la reacción que el Cádiz protagonizó el curso anterior, como Alcaraz y Negredo, siguen lesionados, bien se puede explicar el desbarajuste e impotencia que durante muchos momentos transmitió el equipo. Mucho deben mejorar hombres como Cala, Arzamendia o Alarcón para que aporten al conjunto y su presencia en el plantel quede justificada. Urgen futbolista con velocidad y desborde en los costados y cada vez resulta más evidente que la verdadera ubicación de Perea es mucho más centrado y con responsabilidad en la creación. Ya sonó el primer aviso. Pongamos los medios necesarios para enmendar la situación. Porque el tiempo apremia y al tercer toque de clarín nos devuelven al corral, del que tanto esfuerzo nos costó salir.

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