Sociedad

Paladines contra gigantes corruptos

Lorenzo Silva completa una «trilogía acccidental» sobre la corrupción con otra entrega de Bevilacqua y Chamorro

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Casi dos décadas lleva Lorenzo Silva (Madrid, 1966) de feliz y fructífera convivencia con su pareja de picoletos, Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro. El largo viaje de asesinatos, intrigas y pericias criminales empezó con 'El lejano país de los estanques' (1998) y culmina, de momento, con 'Los cuerpos extraños' (Destino). En la octava entrega de la saga, el ya subteniente Vila y la todavía sargento Chamorro, «heridos por el tiempo y por la vida», se enfrentan a las mafias económicas y a la corrupción endémica. El fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, apadrinó este thriller «trufado de melancolía, rabia y tristeza» en el que Silva «se desliza del mundo de Hammett y Chandler al de Simenon». La pareja de curtidos investigadores de la Guardia Civil desentraña la inmundicia política y económica que encierra el asesinato de una alcaldesa en la costa levantina en una novela con la que Silva asegura completar una «accidental» trilogía de la corrupción.

«Ahora veo que en las ocho entregas de la serie se camufla una trilogía sobre la corrupción que jamás me propuse escribir, pero que cubre casi todo el espectro», asegura el escritor. «Si 'El alquimista impaciente' (2000) aborda la corrupción en la sociedad y los representantes de la ciudadanía y 'La marca del meridiano' (2012) se ocupó de la corrupción en los agentes del orden, en 'Los cuerpos extraños' emerge la corrupción económica imbricada con el poder político», explica el escritor que debe a su pareja de 'civiles' galardones como el Planeta y el Nadal.

La novela es «una reflexión sobre la corrupción como un fenómeno espontáneo y natural que parece anidar en todos las estamentos y recovecos de la sociedad, percibida como una fatalidad de la que hoy por hoy no es posible librarse», apunta Silva, que denuncia las actitudes «de laxitud y clemencia hacia esos comportamientos». «No acepto que haya quienes contemporicen con actitudes que son algo más que delitos y que generan la disolución y la devastación de una sociedad», se duele. Contra ese cáncer ha escrito una novela «quijotesca» en la que emergen algunos de los «paladines» que cree demanda la sociedad. Como el juez rural que se enfrentará al caso de su vida «con pocas armas y enfrentándose a gente que tiene algo más que ases en la manga; a quienes manejan los hilos de la economía y la banca». También un Bevilacqua «que se sabe muy abajo en la pirámide, pero empeñado en seguir haciendo cosas pequeñas y negándose a convivir pasivamente con la situación».

«Los ciudadanos necesitan paladines para enfrentarse a esos jugadores sin escrúpulos que los explotan», apunta Silva. El asesinato de Karen Ortí Hansen, abogada y joven alcaldesa de una pequeña localidad levantina, será la «catarsis» para unos personajes «que no se rinden». Sacará a la luz un entramado de corrupción económica y política a gran escala y la agitada vida sexual de la víctima, cuyo cadáver hallan en la playa unos turistas.

Cree Silva que la novela negra cumple un papel de denuncia que eluden otras formulaciones literarias. «Reivindico el estatuto bien merecido que ha alcanzado y que la hace conectar con un instante tan convulso y tan confuso como el que vivimos y que acaso nunca había logrado la literatura». «Corrige el pecado endémico de una literatura que, con alguna excepción, ha estado mucho tiempo dando la espalda a la realidad», afirma.

Tras siete novelas y un libro de cuentos, la serie de Chamorro y Bevilacqua seguirá. «No me canso de ellos porque no le exprimo ni le exprimiré; jamás he sucumbido a la tentación de entrar en ciclo de un año una novela, y seguiré así». El desencantado Vila supera los cincuenta y contempla el horizonte de la jubilación, y la tímida e implacable Chamorro sortea las malas pasadas de la vida, «pero les quedan años de duro trabajo». Aunque Bevilacqua podrá jubilarse dentro de 14 años y a Chamorro le quedan 24, «tengo muchas ideas para ellos» promete agradecido «por la cantidad y la calidad de los lectores que me han dado».

Ante un horizonte político incierto tras la abdicación del Rey y las crecientes mareas republicana e independentistas se niega Silva a hace de augur, y a situar a su jubilado investigador en una Cataluña independiente o en el algún punto del la República Federal Española. «Solo digo que el futuro rey debe comprender que tendrá que ser tan eficiente como el mejor presidente de la República, actuar con plena transparencia y apartarse de los resabios medievales».

Para Torres-Dulce esta es «la novela más íntima de la saga», con «un ritmo frenético, el lenguaje castizo y coloquial que domina», y «unos de extraordinaria hondura». «Una metáfora terrible de un estilo de vida y de las cloacas de la política española».