Apuntes

Conducta negligente de la Administración

El asalto al búnker de la droga cumple un año y las únicas responsabilidades que se han depurado son las de los policías que no miraron un monitor

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Esta semana se cierra con un aniversario de los incómodos de celebrar. Hace un año que unos delincuentes asaltaron el mal llamado búnker de la droga de Cádiz; mal llamado porque las medidas de seguridad que lo rodeaban eran muy cuestionables, tanto que parece que cualquier vivienda particular equipada con sistemas básicos de vigilancia como una alarma hubiera sido mejor refugio para el veneno que los cuerpos policiales, con mucho esfuerzo, le quitan a las mafias.

Han transcurrido doce meses en los que se nos dijo en primer lugar que el caso estaba cerca de resolverse, que las detenciones era una cuestión de horas; para tornarse en una pregunta incómoda en cada rueda de prensa.

Desde el anterior 29 de septiembre al día de hoy, los únicos que han pagado por su cuota de responsabilidad en este asunto han sido los diez policías que les tocaba trabajar la noche en la que ocurrió el robo y los dos días siguientes. El informe elaborado por el instructor que los investigó confirma que hubo una negligencia al no darse cuenta ninguno de los funcionarios de lo que estaba ocurriendo en el interior del almacén de la Granja San Ildefonso. Tenían un testigo privilegiado, las cámaras.

Pero ese informe también revela un rosario de deficiencias en las medidas de seguridad de un denominado búnker, que sonrojan con sólo leerlas. Cómo es posible que la custodia de miles de kilos de estupefacientes dependiera exclusivamente de las imágenes minúsculas y deficientes que llegaban a un monitor, sin más avisos ni alarmas.

Antes de que se reinicie un nuevo capítulo de reproches mutuos entre partidos, recordad que esas deficiencias fueron puestas de manifiesto desde hace años por sindicatos, responsables policiales y hasta la empresa encargada del sistema de vigilancia. Unas advertencias que recibieron tanto el subdelegado en etapa socialista como el actual. Sólo la desaparición de 400 kilos hizo tomar decisiones, como trasladar el almacén a un lugar más seguro. A diferencia de los policías, nadie ha asumido responsabilidades por hacer oídos sordos.

Lo ocurrido con este búnker nos recuerda lo caro que pueden salir los recortes presupuestarios.