Obama saluda a un grupo de niños tras firmar ayer 23 órdenes ejecutivas para endurecer el control de armas en Estados Unidos. :: MICHAEL REYNOLDS / EFE
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Obama se vuelca en el control de armas

El presidente de EE UU saca adelante 23 órdenes ejecutivas para prevenir nuevas matanzasSe inspira en el ejemplo de los niños para pelear contra el Congreso y los 'amigos del rifle' y pide ayuda a la nación para ganar su batalla

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Cada noche, antes de acostarse, Barack Obama lee diez cartas de sus ciudadanos. Cuando la matanza de Newtown sacudió el país algo extraordinario comenzó a ocurrir, según contó ayer: los niños de todo el país le inundaron de cartas, recordándole su obligación de protegerlos. «Sé que las leyes las tiene que pasar el Congreso», le escribió Julia Strokes, preocupada con perder a sus hermanitos, «pero le suplico que lo intente con todas sus fuerzas».

Ayer, al anunciar su plan para reducir la violencia de armas de fuego, Obama sentó a Julia en un salón de la Casa Blanca, junto a otros tres niños, y le hizo una promesa: «Julia, lo voy a intentar con todas mis fuerzas».

Su paquete de medidas empieza con 23 órdenes ejecutivas que demandan a las agencias federales que compartan más información para los historiales delictivos, realicen nuevas investigaciones sobre las causas de la violencia o expandan la atención psiquiátrica. El grueso del paquete, sin embargo, queda en manos del Congreso, como temía la pequeña Julia.

Obama ha pedido al cuerpo legislativo que pase tres leyes. La primera consiste en universalizar la obligación de comprobar el historial delictivo y mental de los compradores de armas, que hasta ahora escapan a través de las transacciones entre particulares en ferias de armas, que suponen el 40% de todas las ventas legales. Algo con lo que, según una encuesta que mencionó, aprueba el 70% de los miembros de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés).

Para la segunda no tienen ni el apoyo del líder demócrata en el Senado, Harry Reid, amigo de la NRA. Se trata de restaurar el veto a las armas de asalto de tipo militar y cargadores de alta capacidad que impuso durante una década Bill Clinton, con el apoyo de Ronald Reagan, pero que expiró hace más de ocho años. Son las armas que permitieron a James Holmes disparar contra 70 personas en un cine de Aurora (Colorado) en cuestión de minutos, matando a 12 de ellas. O a Adam Lanza matar a 20 niños y seis adultos en el colegio de Sandy Hook (Newtown, Connecticut). Las mismas que hacen el agosto de los vendedores de armas, especialmente ahora que pesa sobre ellas la amenza de ser prohibidas.

Fondos extraordinarios

Por último, el presidente responde a las propuestas de poner guardias armados en los colegios que hiciera el NRA. Obama pedirá al Congreso que apruebe fondos extraordinarios para mantener a 15.000 policías en la calle y dotar a los colegios para entrenar a sus profesores, contratar a especialistas de salud mental o trabajar con las fuerzas del orden.

Algo que no va a satisfacer la sed armamentísitca del NRA, que ayer mismo contraatacó con una anuncio televisivo en el que le llama «otro hipócrita elitista» por proteger a sus hijas en el colegio con seguridad armada mientras no lo autoriza en el resto del país. «¿Son las hijas del presidente más importante que las nuestras?», pregunta el anuncio. El portavoz de la Casa Blanca Jay Carney lo ha calificado de «repugnante y cobarde».

Tampoco son los rostros que más han inspirado a Obama a poner todo su capital político en esta batalla legislativa, que se considera la más importante del tema en dos décadas. En su estudio privado, Obama ha colgado una pintura de Grace McDonald, una niña de 7 años abatida a tiros en Sandy Hook.

Sus padres estaban ayer entre el público de la Casa Blanca que presenció el anuncio del plan y la firma de las 23 órdenes ejecutivas. Como también el día en que acudió a Newtown para consolarles en privado y oírles hablar de su hija. «Era una niña preciosa», recordó el mandatario, «cariñosa, llena de vida. Le encantaba el rosa. Ir a la playa. Soñaba con ser pintora. Cada vez que miro ese cuadro pienso en Grace y en la vida que tenía por delante, pero sobre todo en cómo proteger a los más vulnerables. Tenemos que actuar ya. Por Grace. Por los otros 25 inocentes. Por los hombres y mujeres que mueren todos los días víctimas de la violencia en las grandes y pequeñas ciudades de EE UU».

Obama, sin embargo, advirtió de que no puede hacerlo solo. «Esto no ocurrirá si el pueblo estadounidense no lo demanda». Y, «no solo de ciertas partes del país», dijo en referencia tácita a las costas más progresistas de California y Nueva York, sino en aquellas donde hay más tradición de armas. «Llama a tu congresista y pregúntale si apoya estas leyes. Y si te dice que no, pregúntale qué es más importante, que le de un sobresaliente el lobby armamentística que financia su campaña o darle a los padres paz mental cuando dejan a sus hijos en el colegio». Así de duro piensa jugar Obama esta batalla, que puede ser la reforma sanitaria de su segundo mandato. «Joe y yo vamos a poner en esto todo lo que tenemos», prometió junto a su vicepresidente.