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El asesino de Connecticut usó armas de su madre

El joven que mató a 20 niños de 6 años entró por la fuerza en el colegio y se ensañó con dos clases de primero

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Joven, buen chico, hijo de una maestra con una reputación intachable en la comunidad. Con esa tarjeta de presentación, Adam Lanza llegó el viernes a la Sandy Hook Elementary School, donde trabajaba su madre, pero no para una visita de cortesía. La investigación policial ha concluido que accedió por la fuerza al recinto para recorrer a sangre y fuego en aulas repletas de niños. Su ira infernal fue la misma que ha movido a tantos otros pistoleros solitarios en EE UU a infligir el máximo daño posible allí donde han actuado. De poco sirvió esta vez el coraje de la directora, que logró por unos instantes atrincherarse en una clase con decenas de niños. Con dos pistolas y un rifle de asalto, Lanza llevaba artillería suficiente para derribar la puerta de un banco. Cuando se encontró cara a cara con sus víctimas, disparó a quemarropa sin una gota de piedad.

Mientras la Policía trata hallar evidencias sobre los motivos que impulsaron al joven de 20 años a cometer la segunda mayor matanza de estas características en la historia de Estados Unidos, la reacción de muchos padres se traduce en un sentimiento: «¿De qué me sirve ahora indagar en las motivaciones? ¿Nos va a devolver alguien la vida a esos inocentes?». El estado de conmoción general por el asesinato de los veinte niños y seis adultos en la escuela de Newtown es mayor si cabe que en otros episodios similares por el hecho de que la mayoría de las víctimas tenían menos de diez años, quizá incluso menos de seis. Un superviviente de la masacre en el instituto de secundaria de Columbine, ahora padre, recordaba ayer en CNN cómo aquel acto de violencia que segó la vida a 13 adolescentes elevó como nunca el debate sobre el control de armas. Quince años y miles de muertos después, las medidas políticas brillan por su ausencia.

Connecticut es uno de los Estados con una legislación más estricta en materia de armas. Quizá por eso, Lanza tuvo dificultades para comprarlas directamente. Ese problema se lo resolvió su madre, dueña legal de las dos pistolas y el rifle de asalto hallados junto al cuerpo del asaltante. Con una de esas sofisticadas armas mató de un tiro a su progenitora en la vivienda familiar antes de dirigirse a la escuela. La Policía especula con la posibilidad de que Nancy Lanza guardara las armas en una caja de seguridad, como ordena la ley, y que su hijo la forzara a entregárselas.

Los investigadores proporcionan a cuentagotas información clave sobre la tragedia. La gran mayoría de los niños muertos en la matanza de tenía seis años (16 de un total de veinte), según la lista divulgada. Los otros cuatro niños restantes tenían siete años.

No habrá un relato claro de cómo se produjeron los hechos hasta dentro de unos días, cuando concluya el exhaustivo análisis de los disparos y se determine, con ayuda de testigos, el recorrido del asaltante en el centro educativo. Aunque en la escuela se encontraron tres armas, la Policía asegura que Lanza «tuvo acceso» a otras tres. Otra pieza importante son los objetos personales, las cuentas de Internet y el ordenador del asesino.

Barack Obama dedicó su tradicional mensaje de los sábados a la masacre. Con el mismo tono emotivo con que se dirigió al país el día anterior, el presidente envió un cálido mensaje a las familias que perdieron a sus seres queridos. «Y también oramos por los padres de quienes sobrevivieron. Porque aun con la bendición de tener a sus niños en casa, saben que la inocencia de sus hijos ha sido arrancada demasiado pronto».

Fuentes cercanas a la Casa Blanca entienden que la matanza de Connecticut redobla la presión sobre el presidente para cambiar su cautelosa aproximación de la primera legislatura al controvertido asunto del control de las armas. Cada vez pesa menos la excusa de que los republicanos en el Congreso vetarían cualquier iniciativa que entendieran que atenta contra lo que consideran un principio -el derecho a portar armas- que data de los primeros tiempos de la Unión.

Las asociaciones que luchan por controlar este tipo de violencia, que se han multiplicado desde la matanza de Columbine, piden imaginación al mandatario para vetar la venta de armas. Por ejemplo, destacando que los muertos en Newtown son niños para fomentar una nueva conciencia prohibicionista.