Editorial

Consenso necesario

Rajoy y Rubalcaba deben ponerse de acuerdo para racionalizar el Estado del bienestar

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Las elecciones generales del 20-N fueron un mandato explícito de la ciudadanía para que el PP llevara a cabo las reformas y los ajustes que la situación de grave crisis requería. Y, realmente, el Ejecutivo de Mariano Rajoy ha puesto en marcha con efectividad las dos grandes reformas, la del mercado laboral y la del sistema financiero, así como un recorte de 27.300 millones de euros, iniciado por decreto el 30 de diciembre y establecido definitivamente a través de los Presupuestos Generales del Estado. En esas estábamos cuando sucedió lo imprevisto: el pasado miércoles, el Estado español encontró ciertas dificultades para colocar una partida de 2.500 millones de euros en los mercados de deuda, y se dispararon todas las alarmas. Se especuló con el disgusto de los mercados por ciertos aspectos de los presupuestos o por la premiosidad de la reforma financiera. Lo cierto es que De Guindos ha anunciado en la prensa alemana más reformas, que inevitablemente implicarán una búsqueda de mayor eficiencia en grandes servicios públicos como la sanidad y educación. La reforma laboral, adoptada unilateralmente por el Gobierno, generó una huelga general, que ya había sido descontada por Rajoy, pero la opinión pública vio con comprensión aquella dureza, impuesta por Europa. Otra cosa sucedería probablemente si el Ejecutivo decidiera motu proprio otros recortes como los que el ministro de Economía sugiere y que, para ser eficaces, habrían de realizarse en paz, sin una inflamación social que nos asemejara a Grecia en el imaginario europeo. El consenso es, en definitiva, indispensable para la racionalización del Estado de bienestar, y tanto el Gobierno como el PSOE tienen la obligación de lograrlo. El PSOE, que padeció un revolcón histórico el 20N, tiene que demostrar que sigue siendo un partido de gobierno, inquilino del espacio central del espectro, sin que pueda condicionarle su posible pacto con IU en Andalucía. Y el Gobierno tiene también que entender que no valen lo mismo en Europa ni ante los mercados unos recortes recibidos con hostilidad incendiaria que unos recortes pactados con la oposición. Rajoy y Rubalcaba deben, pues, romper el hielo, y hacerlo cuanto antes, con el acompañamiento enfático de toda la sociedad civil.