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Un escudo ante el órdago sindical

Las protestas por la reforma laboral de Rajoy entran en escena mientras el PP sigue su acoso y derribo por el fraude de los ERE Arenas, conciliador, ofrece «respeto» a los sindicatos y defiende el «diálogo»

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Verso suelto, comparsa, instrumento y orquesta. Si se une todo con verbos y preposiciones , resulta esta frase: «Guerrero no era un verso suelto ni ejercía de comparsa, era un instrumento más en la orquesta de todo el PSOE». La dejó escrita en formato de 140 caracteres Antonio Sanz, secretario general del PP de Andalucía, en su cuenta de Twitter, la herramienta preferida de los dirigentes políticos para lanzar proclamas y opiniones ante la soledad del teclado, lejos de mitines y de actos sectoriales repletos de simpatizantes y entregados militantes. Francisco Javier Guerrero, el alma del arma popular en esta campaña, no es un verso suelto, es un octosílabo encadenado en el discurso diario de campaña de los populares andaluces, y, por ende, de su candidato.

Sanz dejó escrito eso a unos cuantos kilómetros de donde se encontraba su presidente, Javier Arenas. El cabeza de lista por Cádiz andaría entonces por Vejer de la Frontera, Chiclana o San Roque, algunas de las localidades gaditanas que visitó ayer junto a su equipo electoral. En la provincia vecina, Sevilla, y unas cuantas horas antes, Arenas volvió a hablar del tema más candente: la trama de los ERE. Sacó la espada, una vez más, pero también el escudo. Lo hizo para defender la política de reformas de su ascendente nacional, Mariano Rajoy. Justo en el día en el que los sindicatos decidieron salir a la calle para mostrar su contraposición a la reforma laboral que ha puesto en marcha el gobierno español.

Es consciente de que, a falta de encontrarle un punto débil más penetrable, es y será el arma arrojadiza del PSOE contra su opción política. Por eso, sabedor de que la jornada era propicia para un ataque de esas características, jugó a la contra antes de que la corneta tocara a rebato en las filas socialistas. En Los Palacios y Villafranca, sexta localidad por número de habitantes de la provincia de Sevilla, en la comarca del Bajo Guadalquivir, en la cuna del poeta Joaquín Romero Murube, del bailaor Juan El Mistela y del futbolista Jesús Navas, Arenas tiró de hípica, que no de épica, para escenificar una nueva arremetida contra sus rivales políticos a cuenta del escándalo de las subvenciones por desempleo que investiga la juez Mercedes Ayala. Un centro ecuestre se proyectó en Los Palacios. Iba a levantarse con dinero del denominado 'fondo de reptiles'. Nunca se construyó y de los 750.000 euros liberados para aquella infraestructura nunca se supo. Lo relató el candidato popular, que tiró de ironía para criticar la idea inacabada. «Un fin muy social», dijo sobre un complejo ecuestre «que no está por ningún lado... ni el dinero tampoco».

Primera mención a Griñán

Por primera vez en su campaña nombró el apellido Griñán. Lo hizo para recordarle que fue el propio presidente de la Junta de Andalucía quien «aumentó las partidas de los ERE» cuando ejerció como consejero de Economía, con Chaves al frente. «Aunque diga que no se enteraba». En Almería se quedó con una frase de su presidente Rajoy y en Los Palacios, al día siguiente, la rescató. «Andalucía no son los ERE», aseveró para lamentar «el daño» que ese asunto judicial está haciendo a la comunidad autónoma. Le desagradó oír «a algunos adversarios reírse y mostrarse muy contentos» por el ingreso en prisión del exdirector general de Trabajo. «¿De qué se están riendo, si ha habido 887 actos fraudulentos y se piden 933 millones de responsabilidad civil? Estamos hablando de mil millones de euros, más de 150.000 millones de las antiguas pesetas», matizó indignado.

Su agresividad frente al 'caso Guerrero' se tornó en actitud conciliadora cuando empuñó el blasón de la reforma laboral de Rajoy. Arenas desea apaciguar los ánimos sindicales para evitar que la mayoría absoluta que le dan las encuestas internas -que no las públicas, que tan solo le acercan a esa frontera entre el blanco y el negro-, se evapore con bajo esta Primavera temprana de marzo. De su etapa como ministro de Trabajo con Aznar aprendió a respetar «mucho» a los sindicatos, con los que firmó numerosos acuerdos. Los conoce «bien» y quiere creer a pies juntillas que van a mantenerse «en la senda de la independencia», aunque la confianza en ello sea parcial.

Trasladó que la ministra del ramo, Fátima Báñez, le había comentado esa misma mañana que el diálogo social «continúa abierto», pese a que la reforma laboral se ha tramitado ya al Congreso de los Diputados. Es así porque «el gobierno va a dialogar hasta la extenuación», un diálogo que «tampoco es estéril» si las posturas no se cruzan en el camino del acuerdo. El gobierno de España «no puede mirar para otro lado» después que en los últimos años se hayan producido «tres millones de despidos», entiende el popular.

El candidato, que no se trasladará al Palacio de San Telmo si llega a presidente, porque es un paradigma del «despilfarro» de los mandatos socialistas, también respeta profundamente a los «trabajadores de la RTVA», pero se niega al debate a tres de esta noche con Griñán y Valderas en un plató de Canal Sur porque «cuando juegas la final, no puedes hacerlo en tu casa y, además, poner el árbitro». Y tampoco acepta «el ordeno y mando». Acusa al ente público andaluz de «falta de neutralidad» por supuestas directrices de sus responsables directivos. Quiere debate pero que le avisen. Le basta «con medio día de antelación» para prepararse. ¿Estará disponible el Bernabéu?