Tribuna

Érase una vez un alemán, un francés y un griego... además de un italiano y un español

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Menudo quinteto. Lo peor no es que sean cinco, sino que pueden llegar a ser veintisiete. Pero no lo van a ser, porque un chiste con tanta gente no sería posible. Lo malo es que no hablo de chiste, pero desgraciadamente todo parece ser un chisme. No es lo mismo lo que sabe hacer un francés, que hacer un francés. De igual modo, lo que hace un griego, que hacer un griego. Lo que sabe un alemán es demasiado, pero no tanto como para hacer un alemán, que ya me pierdo en lo que pudiera ser. Un italiano como Berlusconi, sé lo que hace de forma permanente, de igual forma que sé lo que nos ha hecho nuestro Presidente del Gobierno desde que fue investido en 2004. Ni más ni menos, que ponernos sobre la barandilla de la Alameda de Apodaca mirando a Rota y de paso vemos como se construye el escudo antimisiles. Y para que no quede nadie sin nombrar, si el griego fuera «Zorbas el griego», el inefable Artur Mas diría «sobran los griegos», suponiendo que la frase hubiera sido dicha por un andaluz. El título del artículo no está incompleto. Cataluña es una «nacionalidad», que realmente no sé lo que es, pero no siendo un Estado, que sin duda no lo es, no puede ser parte intitulada del chisme.

La tragedia griega es un género teatral originario de la Antigua Grecia. Su argumento, la caída de un personaje importante. Los más trascendentales y reconocidos autores, entre los que se encuentran Esquilo, Sófocles y Eurípides, afrontaron los temas más sensibles de su época. El origen de la tragedia estaba supeditado a la pretensión de obtener buenas cosechas y buena caza. Sin duda entonces, la crisis económica, política y social que atraviesa Grecia en la actualidad, no es sino el reflejo de la tragedia ya anunciada en pleno siglo V a. C. Pero, las crisis como las tragedias, son contagiosas. Europa no sólo vive una dramática crisis monetaria, sino también una de legitimidad. Las instituciones de gobierno están fallando. El parlamento Europeo no dice esta boca es mía. El Consejo Europeo, con Van Rompuy a la cabeza, ha enmudecido para siempre y la el presidente de la Comisión Europea, el Sr Barroso, el gato terminó por comerse su lengua. Así es que debemos contentarnos con la simbiosis perfecta de dos seres humanos, venidos desde las dos orillas del Rhin, sin necesidad de acontecimiento planetario, el engendro se llama Merkozy. Hasta hoy, pensaba en el perfecto acople Bruni-Sarkozy y su consecuencia, Giulia. La naturaleza que es sabia, que se lo digan a Rousseau, la asemejará a Carla. Lo siento Angela. Pero no lo sientas tanto, porque eres la que manda. Para ponerse a tu altura, algunos siguen poniéndose alzas. Ojalá te tuviéramos en España. Bueno, en realidad ya te tenemos. A falta de «Los de la ceja» ahora tenemos «Ojalá». Lo que ocurre, es que éstos progres de pacotilla, carecen de toda consistencia, todo lo contrario que tú, consistente donde las haya y con «dos poderosas razones», bueno, seguro que muchas más, base del ímpetu que pones en defensa de los intereses de tus ciudadanos. Alemania no sólo es el centro de Europa, sino que sin Europa, su zona natural de influencias, desde la época del Imperio Prusiano, sería mucho menos Alemania, de ahí la movilización institucional llevada a cabo por la teutona más universal. Por su parte Sarkozy, maniobra en busca del rating máximo de la «triple A» y sus posibilidades electorales en 2012.

A fecha de hoy y desde hace algún tiempo, Europa está financiando a Grecia. Le ha perdonado la mitad de su deuda, está inyectándole dinero a espuertas llena, para poder pagar el sueldo de sus funcionarios, hacerse cargo de su sistema de pensiones y quizás lo más importante, que no se produzca el pánico económico que termine con cualquier atisbo de esperanza. Esperanza, que para ellos comenzaba hace ahora treinta años, cuando ingresaron en la UE. Lo hicieron sin género de dudas por la puerta trasera, la misma por la que saldrían si fueran expulsados. ¿Pero, expulsados de donde? El Tratado de Lisboa dispone la posibilidad de suspender los derechos de pertenecer al euro de un país, si se violan los valores enumerados en su artículo 2. Ahora bien, se daría una paradoja importante, ya que la pertenencia al euro y a la UE son cosas distintas. A pesar de ello y en previsión del futuro a corto plazo, el Presidente del Banco Central Europeo en 2010, equiparaba ambos conceptos, como si fueran la misma cosa, a pesar que en el informe firmado por el Sr Trichet se recomendaba no obstante, aclarar las normas sobre expulsión de la UE y la salida del euro. Una vez más, queda acreditada la inconsistencia del marco jurídico europeo, exigido por la necesaria seguridad jurídica que debe imperar y que debe ser principio y valor superior del propio Derecho de la UE. El problema que subyace en Europa desde los orígenes de la CEE en 1957, es que el Derecho tiene un cometido secundario, instrumental y no consustancial con la propia idea de Europa, en la que se impone la voluntad política sobre cualquier otra consideración, entre la que debemos incluir el propio Ordenamiento jurídico. Toda la gestión de la crisis se ha sustanciado sobre esta base y los hechos que se han ido sucediendo, aseveran y ratifican lo que digo.

Volviendo a Grecia, la pregunta que debemos hacernos es la siguiente ¿el recorte de gastos públicos y las reformas institucionales precisas que impongan flexibilidad y generen posibilidades a la economía, son suficientes para encauzar el camino de la recuperación? La respuesta, deberían serlo. El caso estonio podría servirnos de ejemplo. Éste país báltico, sufrió una importante recesión durante los años 2008 y 2009, con caídas del PIB del 5 y 14% respectivamente. Aún conservaba su propia moneda, la Corona estonia, y por lo tanto podría haber optado por realizar ajustes a través de la política monetaria, llevando a cabo la devaluación de su moneda. Pero el camino iniciado años atrás, lo tenían bien marcado y su rémora como país del bloque soviético, quería olvidarlo para siempre. Así es que hicieron los ajustes económicos necesarios y entraron en el euro por la puerta de delante. Esa es la diferencia con Grecia. Hoy, crecen al 8,5 %.