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En la acampada de apoyo a Palestina en Puerto Real: «Pagan justos por pecadores»

Universidad

Un grupo de universitarios pasa su tercer día acampado en el campus puertorrealeño de la UCA exigiendo el cese de las relaciones económicas y académicas con Israel

Un grupo de personas se acerca a la acampada en el Campus de Puerto Real. Francis Jiménez
Álvaro Mogollo

Álvaro Mogollo

Puerto Real

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Han pasado pocos minutos de las 10:00 horas del jueves y en una zona ajardinada a muy pocos metros del Centro Andaluz Superior de Estudios Marinos, en el campus universitario de Puerto Real, varios jóvenes conversan sentados en unas toallas puestas sobre el césped.

Las protestas que se iniciaron en las universidades estadounidenses contra Israel por su ofensiva en Gaza ya tienen su reflejo en los centros universitarios españoles. Tanto las propias instituciones, tal y como se detallaba en el comunicado emitido la pasada semana por la Conferencia de Rectores y Rectoras de las Universidades Españolas (CRUE), como buena parte del alumnado exigen un alto al fuego inmediato por razones humanitarias.

En el caso de Cádiz, la acampada tomó forma el martes, con un grupo de estudiantes que inició de esta manera su protesta contra Israel y los vínculos que la UCA tiene con determinadas empresas que, según consideran, mantienen colaboración con el país de Oriente Próximo.

Una docena de tiendas de campaña se extienden por esta zona de esparcimiento, coronadas por varias banderas de Palestina y una pancarta que ondea entre dos árboles y en el que se puede leer el lema «Palestina libre; fin de las relaciones con Israel».

En dicho cartel figura también un símbolo tachado del Banco Santander, pues una de las reivindicaciones de los acampantes es el cierre de la sucursal que tiene la entidad bancaria dentro del imponente edificio principal del campus puertorrealeño: «La UCA tiene relaciones con el Santander, que es uno de los patrocinadores de Israel y como comienzo exigimos el cierre de la sucursal». También piden la extinción de aquellos convenios académicos que puedan existir con centros israelíes.

El martes tuvo lugar una movilización y una asamblea que desembocó en la decisión de montar esta reivindicación, en la que los estudiantes van y vienen, haciendo turnos rotatorios en función de los horarios y necesidades de cada uno.

Cinco jóvenes estudiantes hablan tranquilamente sentados en el suelo tras una noche que ha sido fría debido al fuerte viento de poniente reinante en las últimas horas. Preguntados sobre sus reivindicaciones, aunque son ya consabidas, dudan a la hora de expresarlas porque deben consensuar sus posturas previamente en una asamblea «antes de hablar con un medio de comunicación».

Sea como fuere, a título personal acceden a dar alguna opinión, como que entienden injustificables los ataques en Palestina bajo la premisa de la defensa propia tras el atentado y los secuestros de Hamás: «Es el argumento de que este ha tirado la piedra primero, de patio de colegio», expresa uno. «Pagan justos por pecadores», agrega otro respecto a lo que considera una respuesta excesiva y muy prolongada en el tiempo.

Una compañera se acerca al ver a alguien desconocido en el grupo y pregunta: «Perdona, ¿pero esto para qué es?». Seguidamente les recuerda al resto la necesidad de unificar criterios en una futura asamblea: «En general, no está bien hablar si no está el resto», afirma. Las ideas están claras, máxime ante una situación grave como esta, pero a partir de ahí se reprimen a emitirlas con voz propia hasta que sean homogeneizadas en una próxima reunión: «Queremos que esto sea lo más democrático posible».

«Has pillado un mal momento», indican, comentando que por las tardes la convocatoria suele ser mucho más numerosa ante la ausencia de clases. «Hay gente que trabaja, que tiene prácticas o que está con el TFG», comenta uno de los estudiantes, dando entender que cada uno hace lo que puede dentro de sus posibilidades pero movidos por un objetivo común. «Todavía estamos organizándonos, llevamos muy poco tiempo».

De una forma u otra, la acampada es permanente durante todo el día, por lo que hay que ir bien provistos: «Mi madre me dijo ayer que parecía que me iba a El Rocío», dice con una sonrisa uno de ellos respecto a las bolsas de comida que hay junto a las tiendas de campaña.

Al igual que en un rápido paseo por el CASEM es fácil ver diferentes carteles de actividades de apoyo al pueblo palestino, también es común que diferentes estudiantes, docentes y personal de la Universidad se acerquen al punto de encuentro para conversar.

Mesas y sillas de playa, además de algún que otro juego de mesa, los móviles para estar conectados y seguir la información e incluso una guitarra, son aliados perfectos para matar el tiempo en una concentración que tiene visos de ser «indefinida» hasta que vean resultados a sus exigencias.

Saben que sus reivindicaciones tienen difícil encaje alejadas de los grandes focos y que hasta el momento han sido ignoradas por las organizaciones gubernamentales, pero aseguran que el deber moral les empuja a hacer esto y alzar la voz en busca de la paz.

Esta iniciativa cuenta con el apoyo de la Asociación Pro Derechos Humanos Andalucía (APDHA) y se suma a otras como la que tendrá lugar el próximo domingo, a las 12:00, en la plaza de San Antonio, donde se construirá un mosaico humano para dar forma a la bandera de Palestina.

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