La madre de Campanario llegó a la Audiencia con su yerno, pero no con su hija, que ayer faltó a la vista. :: ANTONIO VÁZQUEZ
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«Mi hija no me dijo que pagó a Carretero»

La madre de Campanario sugiere que copiaron su firma para darle de alta en la Seguridad SocialRemedios Torres dice que «no habría consentido» que la suplantaran, e insiste en que nunca trató de obtener una pensión

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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El juicio de la 'operación Karlos' encaraba ayer su sexta jornada con el fin de las declaraciones de los acusados. Abrió la sesión el turno de Remedios Torres, madre de María José Campanario, que repitió en términos generales lo que su hija había contado un día antes ante la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cádiz: insistió en que «nunca» intentó obtener una pensión de incapacidad permanente, sino la revisión de su minusvalía. También rechazó haber estado al tanto de que Carlos Carretero, el cabecilla de la trama, la contrató en falso en una de sus empresas para darla de alta en la Seguridad Social. Y dijo desconocer que Isabel Gil -madre de Elisa Calvente- la suplantó para superar supuestamente una prueba médica en la que estaba citada ella. Es más, dijo que si se hubiera enterado de que la iban a reemplazar, «no lo habría consentido».

Por no saber, no sabía ni que su hija María José había entregado a Carlos Carretero una importante cantidad de dinero a cambio de que gestionara los trámites en el Instituto Nacional de la Seguridad Social; ya sean los 18.000 euros que dice haber recibido Carretero, o 9.000 euros, como sostiene Campanario. «Mi hija no me dijo que había pagado dinero. Yo creía que era un favor gratuito, de José Luis López -'El Turronero'-, por su amistad con mi yerno. Quizá no me lo dijo porque sabía que yo no lo podía pagar y no quería que me sintiera mal», afirmó. Campanario aseguró el jueves que esa cantidad la pagó para que su madre tuviera «los mejores especialistas y los mejores abogados».

Remedios Torres admitió ayer que firmó algunos papeles que le entregó Carretero pero, según ella, «creía que eran autorizaciones» y no un contrato de trabajo para que le dieran de alta en la Seguridad Social. No obstante, por si cabía alguna duda, cuando el fiscal le enseño el documento que obra en el sumario, la madre de Campanario negó que la rúbrica fuera suya. «Esa firma no es mía», afirmó. «Pues se parecen mucho», le contestó el fiscal. Remedio también dijo que eran falsas dos firmas de una solicitud para el INSS.

El fiscal sacó a relucir otra prueba fundamental: la escucha telefónica en la que Carretero le comunica a Torres que no tendía que viajar desde Castellón para hacerse una prueba, porque iban a tratar de «arreglarlo». Aunque los pinchazos están impugnados por su abogada, Remedios admitió que aparecía en dicha grabación. Pero, según ella, Carretero se refería a una aplazamiento de la cita. Al menos así lo entendió. En realidad, el arreglo consistía en suplantar a Remedios con la madre de Elisa Calvente en el hospital Puerta del Mar. Pero hasta ahora, ninguno de los testigos ha corroborado que Torres conocía la usurpación. Ni siquiera Carretero. Casto Pérez, el inspector médico de la Junta acusado de confabularse con el expolicía para obtener las pensiones de invalidez, insinuó el jueves que la madre de Campanario pudo ser reemplazada en otra ocasión: recordó que recibió a Remedios Torres en su consulta dos veces, pero no podía garantizar si era ella en la primera ocasión. Ayer en su declaración, Remedios confirmó que solo vio al inspector una vez.

Con todo, sus recuerdos acerca de aquella visita dejan por mentiroso a Casto: según él, la paciente acudió a su oficina sin cita previa, porque le habían cancelado una inspección en el INSS para ese día y quería que se lo solucionaran. Tras una llamada, le reasignaron otro inspector. Ella, en cambio, asegura que fue conducida por un chófer de Carretero hasta aquel «edificio de la administración», pero no sabía a donde iba. Estuvo allí un rato «muy breve» y Casto le indicó que tenía que acudir a otro «ambulatorio».

La ausencia de Campanario

Campanario no acompañó esta vez a su madre en el banquillo, aunque si estuvo Jesulín de Ubrique, sentado entre el público. El tribunal permitió a la esposa del torero que faltara al juicio por «razones docentes» e «ineludibles» en Madrid. Pero solo ayer. Su ausencia se dejó notar en el menor número de 'curiosos' a las puertas de la Audiencia. También hubo menos medios de comunicación de la prensa rosa. La sala de vistas estaba, además, casi vacía, pues de los 25 acusados de la causa se les ha autorizado no asistir a los 16 que se han conformado con una sentencia menor, entre ellos, Carlos Carretero. El juicio continuará el martes con la escucha de las llamadas telefónicas intervenidas durante la investigación, que las defensas han tratado de anular varias veces a lo largo del proceso. Se trata de pruebas fundamentales en el que la Fiscalía apoya sus acusaciones.