Carmen Martos y algunas de sus chicas, en plena celebración del día de la mujer en el Real . :: J. C. CORCHADO
LA FERIA POR BOCA DE CARMEN MARTOS JUBILADA Y COMPOSITORA

No hay quien siente a la abuela

Carmen es la líder del Coro Alegria de las Torres, perennes en el Real El grupo, sin más caché que el aplauso y alguna jarra de rebujito, tiene un repertorio de temas propios

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Ese vendaval que sube por la calle es Carmen Martos, rodeada por una troupe de señoras de barrio que están armando la tangana. Es el día de la Mujer, y en el González Hontoria hay más revuelo de volantes de nunca. De todos los tipos, modelos y colores. Carmen Martos, que es la líder de su grupo, tiene un puñado de ellos. Son su uniforme de batalla. Igual que en las bandas latinas, el derecho a salir vestida en su coro hay que ganárselo. El lance esta vez no es de sangre, sino de fiesta. Nada de retos violentos ni de pruebas imposibles. Basta con «aguantar toda la Feria, tambor para arriba y tambor para abajo, cantando y bailando como si fuéramos crías». Que si «'pa' cuerpo el nuestro», que si «a ver si las de quince años son capaces de venir todos los días, sin descansar ni un ratito». Evidentemente no, a menos que se dopen.

Carmen presume de sus 75 años y el coro (Alegría, se llama) es el del Hogar del Pensionista de las Torres. Tienen la agenda repletita de bolos. Le han cantado a los abuelos de La Marquesa, a los niños de la guardería San Carlos, a los turistas y a sus familias. En lo que dura la Feria mueven el repertorio entre casetas, colegios y geriátricos. No rechazan ningún compromiso, «mientras se pueda», y su caché son los aplausos y alguna jarra de rebujito, que comparten como hermanas, controlando los tiempos porque alguna anda regulera de lo suyo, y no es plan de que se desmadre la tensión o el azúcar.

El espectáculo esencial del Coro Alegría de Las Torres, con todas las improvisaciones, coñas, puyas, y chascarrillos que a ustedes se les ocurran, sigue, más o menos, el siguiente planteamiento: la banda se planta en mitad de la calle, donde más jaleo se escucha, se colocan en forma de media herradura, suenan los pitos, los tambores y puede que alguna guitarra, y entonces las señoras de barrio, la mar de peripuestas, desgranan un repertorio de sevillanas universales, adornado, encima, con alguna propia.

«Yo las compongo», explica Carmen. «Vamos a cantarle una». El grupo levanta la voz hasta que ya no hay más alboroto que el suyo. La letra dice que la Feria de Jerez es la mejor, y que la gente tiene que pasárselo bien y dejarse de rollos raros. En el Real la concurrencia se para y les aplaude. Ellas, crecidas por el éxito, se lanzan a otra. Son las doce del mediodía. Y tienen cuerda para rato. No hay quien siente a la abuela.