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SE NECESITAN PRUEBAS

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No puedo hablar de lo que de verdad interesa, ya que escribo antes del partido Madrid-Barcelona, que terminará tarde y con daño para alguno de los dos. Aunque resucitara García Lorca, que era de verdad un genio antes de ser un mártir, y le hubiesen programado un recital el sábado por la noche correría el peligro de que no fuera ni mi querido Ian Gibson. La gente quiere entretenerse, o sea divertirse, pero esa legítima aspiración no es incompatible con la zozobra, ya que de algún modo lo refuerza. Con el fútbol ocurre como con el flamenco. A alguien que estaba pasándolo en grande mientras escuchaba cantar por seguiriyas, un oyente de verdad le dijo:

-Oiga usted, que aquí se viene a sufrir.

Ayer se celebró uno de esos partidos del siglo, que ocurren de dos a tres veces cada año. Se agotaron las entradas del Bernabéu y las del sofá. No hay nada más ecuménico que el fútbol, si nos atenemos a las etimologías. Ecuménico significa universal y hay que reconocer que el balompié, que decía mi abuelo, ha desplazado al catolicismo. Se equivocan los árbitros y los pastores de la Iglesia que califican de «murmuraciones» los asquerosos casos de pederastia que no son disculpables. «La mentira os hará libres», pero son más perdonables los fuera de juego que las intromisiones en braguetas infantiles. Lo que ocurre es que delatar una cosa sale en el 'Marca' y denunciar la otra no sale en el 'Observatore'.

La cuestión es encontrar pruebas, en vez de ocultarlas, una vez obtenidas. La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega se las exige al resurrecto Cascos, que habla de camarillas policiales.Y Cascos, con su cara de 'sparring', aguanta. Sabe que no es momento para hablar de pamplinas. Lo importante de verdad es lo que haya pasado en el partido del Madrid contra el Barcelona y eso ya lo sabemos todos.