Obama y Medvédev sonríen durante la firma del nuevo tratado en el castillo de Praga. :: AFP
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EE UU y Rusia enfundan el arma nuclear

Obama y Medvédev coinciden en que el tratado estratégico firmado ayer en Praga normaliza la relación entre ambos países

MOSCÚ. Actualizado: Guardar
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Aunque con media hora de retraso los presidentes ruso y norteamericano, Dmitri Medvédev y Barack Obama, firmaron ayer en la Sala Española del castillo de Praga el nuevo tratado de reducción de armamentos estratégicos ofensivos, que en Moscú ya han bautizado como Start-3. Sustituirá al Start-1 de 1991, vencido en diciembre, y al Dsnp de Moscú de 2002 (Acuerdo para la reducción de potenciales estratégicos ofensivos). El Start-2 nunca llegó a entrar en vigor.

El documento ratificado ayer limita el número de cabezas nucleares desplegadas a 1.550, el de portadores (misiles en tierra, en submarinos y a bordo de bombarderos estratégicos) a 700 y las unidades desde donde son disparadas (lanzaderas, sumergibles y aviones) a 800, tanto si están activas como si no. Supone, por tanto, una disminución de las ojivas atómicas del 30% con respecto al Dsnp y del 74% en relación con el Start-1.

Ambos jefes de Estado valoraron muy positivamente lo conseguido, al subrayar que deja atrás la era de la guerra fría y supone un importante impulso para el acercamiento de los dos países en otros terrenos. Medvédev recordó que las relaciones económicas deberán ser mejoradas porque están en un momento «ruinoso». La delegación norteamericana anunció que el jefe del Kremlin efectuará en verano una visita a EE UU, aparte de la que hará el lunes a Washington para participar en la cumbre mundial de seguridad nuclear. Obama ha invitado además a Medvédev a un «diálogo sobre la defensa antimisiles».

A este respecto, la delegación rusa difundió ayer en la capital checa un comunicado en el que advertía de que el Start-3 «podrá entrar en vigor y ser vital si no se produce un aumento, ni desde el punto de vista cuantitativo ni cualitativo, de la capacidad de los sistemas de defensa antimisiles de EE UU». El jefe del Kremlin lo citó también durante la rueda de prensa, recordando que el propio tratado permite a las partes su abandono si consideran que se pone en peligro su seguridad. Moscú teme que el escudo antimisiles que Washington pensaba haber desplegado en Polonia y la República Checa lo emplace ahora en Rumanía y Bulgaria. Lo que no hará el nuevo acuerdo es frenar la modernización de los respectivos potenciales atómicos ni evitar que los misiles puedan ser dotados de carga múltiple.

La joya de la corona

Desde el pasado diciembre, los misiles balísticos intercontinentales RS-24, la joya de la corona del sistema de armas ofensivas de Rusia, están siendo recargados con cabezas múltiples. El nuevo Start-3 permite a las partes diseñar con toda libertad la composición y estructura de sus arsenales atómicos, siempre y cuando se sitúen dentro de los límites señalados. El comandante en jefe de las Fuerzas Estratégicas de Misiles de Rusia (RSS), Andréi Shvaichenko, dijo hace unos meses que los RS-24 sustituirán a los RS-18 (SS-19 Estilete, según la clasificación de la OTAN) y los RS-20 (SS-18 Satán). Estos últimos han sido los más potentes del mundo, pero su periodo de vida útil está a punto de expirar.

El primer ensayo de un RS-24 se realizó en mayo de 2007. Shvaichenko sostiene que son capaces de burlar cualquier escudo y de portar hasta diez cabezas nucleares de 550 kilotones cada una. Es decir, un poder destructor equivalente a 275 bombas como la de Hiroshima con un solo cohete. En 2004, cuando comenzó su fabricación, el entonces presidente y ahora primer ministro, Vladímir Putin, manifestó que el RS-24 «es un arma que no tiene ninguna otra potencia nuclear ni tendrá en muchos años».

Según Shvaichenko, el proceso de modernización del potencial atómico ruso deberá estar culminado para 2016, cuando en servicio deberá haber un 80% de cohetes nuevos y sólo un 20% con la fecha de caducidad ya próxima. Putin declaró en noviembre que durante el presente año las Fuerzas Armadas deberán recibir de la industria militar más de treinta misiles nuevos.

El otro cohete con el que Rusia se propone mantener la paridad atómica con EE UU es el Bulava, de emplazamiento en submarinos. Pero tendrá aún que ser perfeccionado. Según Defensa, seis de los once ensayos llevados a cabo en los últimos años han fracasado. El proyecto ha costado miles de millones de dólares y ya se han levantado voces sobre su idoneidad.

La llamada 'triada nuclear', concepto que acuñó Putin y cuyo objetivo consiste en no quedar en inferioridad de condiciones frente a EE UU, prevé, además de la construcción de misiles, la entrada en servicio de aviones estratégicos y submarinos de última generación. El rearme y la modernización se extenderán también al resto del Ejército a partir de 2011 con la meta de reducirlo a un millón de efectivos.