EL CANDELABRO

CALAVERA

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Antes, al marido reiteradamente infiel se le consideraba un crápula, un canalla, un calavera... Y de ahí p'arriba. Ya no. Ahora el pobrecito es un enfermo; un adicto al sexo víctima de incontrolables pulsiones que lo llevan, muy a su pesar y prácticamente contra su voluntad (él no quería), a practicar sexo a destajo y generalmente con todo tipo de mujeres con tal de que no sean la suya. Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad y donde antes había pecado han descubierto que sólo existe un desajuste neurológico, hormonal o un trastorno de la personalidad del que el infiel compulsivo no es en absoluto responsable, sino víctima. Supongo que por eso, por ser consciente de la pesada carga que durante tantos años ha soportado sin quejarse (sobre todo, sin quejarse) su marido, la mujer de Tiger Woods ha decidido volver a su lado.

Y como no hay nada que una más a dos hombretones que una afición (perdón, adicción) en común, Bill Clinton (de adicto a adicto) ha llamado por teléfono a Tiger Woods para solidarizarse con él. Habría dado cualquier cosa por escuchar esa conversación entre lo dos, pero casi que me la imagino...

-Tigre, que sepas que me hago cargo de lo mal que lo estás pasando y que estoy contigo para lo que sea.

-Hombre, Bill, pues muchas gracias. Ya sabes tú lo que es esto...

-Bueno, no. Saberlo no lo sé porque lo mío, como ya expliqué en su momento, no fue lo que se dice una relación sexual. Pero me acusaron como si lo hubiera sido, así que te entiendo muy bien.

-Ya... ¿Y te lo has hecho mirar? Te lo digo porque si algo he aprendido en 'Sexohólicos anónimos' es que la primera barrrera que debe superar un adicto es la de la negación. ¿Por qué no te das una vueltecita por el centro donde he estado yo internado? No temas. Allí te lo pasas genial: hay tenis, golf...

-¿Tenis, golf? Mmmm... No suena del todo mal. Pero dime, Tigre... ¿Hay chicas?