'El Japón de Murakami', de Carlos Rubio. / Archivo
LIBROS

La paradoja de Murakami

Carlos Rubio indaga con 'El Japón de Murakami' en la esencia nipona y sus contradicciones a través de la obra del escritor

MADRID Actualizado: Guardar
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El tópico dice que Haruki Murakami (Kioto, 1949) es el más occidental de los escritores japoneses. Pero después de leer con minuciosidad toda obra de un escritor que no le resultaba especialmente atractivo, Carlos Rubio se reconoce como "un converso no exaltado" y está en disposición de asegurar que el autor de 'Tokio Blues' "es tan japonés como el sushi y el té verde juntos". Esta paradoja es la inspiración y el motor de 'El Japón de Murakami' (Aguilar) un interesante desafío en el que, siguiendo el hilo de la obra del narrador japonés y eterno candidato al Nobel de Literatura, Rubio derrumba tópicos y convenciones para desvelar las muchas y chocantes contradicciones que conforman la poliédrica realidad del Japón del siglo XXI.

Profesor de literatura japonesa y traductor, Rubio conoce bien la lengua del milenario país asiático y ha vivido en Japón los años suficientes -como profesor universitario- para romper la casi infranqueable barrera del 'gaijin', el extranjero. Pero recurre de nuevo a la paradoja y aconseja a futuros visitantes del archipiélago nipón aferrarse a la "beneficiosa" condición de plena extranjería. "Es otro contrasentido, pero será más efectivo y hará más fácil moverse por Japón exhibir un pleno desconocimiento del lengua y de las costumbres". "A quién esté familiarizado con el idioma, al 'extranjero raro', se le reclamará un cumplimento normativo muy exigente y complejo de que queda exonerado el 'gaijin' ignorante".

El libro es así una múltiple guía literaria sociológica y cultural de más de 500 páginas por ese Japón que vemos "como la quintaesencia del exotismo y un espejo invertido de nosotros mismos". Se adentra en él "para mostrárselo a los lectores de Murakami" y desvelar la compleja idiosincrasia japonesa en el reflejo en la obra del escritor y "en la superación del efecto quimono" en las letras japonesas. El resultado es un caleidoscopio en la que se mezclan historia, literatura, gastronomía, educación y los singulares hábitos sociales nipones muy cambiantes en las últimas décadas. El escenario más habitual de Murakami, que no el único, es el Tokio de rascacielos y neón que nunca duerme y que contrasta con el contemplativo Japón de cerezos en flor y templos sintoístas.

"Podría parecer que, como el mismo Murakami ha dicho, da la espalda a una cultura japonesa tradicional que le aburre". "Es obvio que sus referencias y sus raíces más reconocibles están deliberadamente en la literatura y la música occidental, sobre todo anglosajona, pero si ahondas ves que es profundamente japonés". "No está tan claro que su opción estética lo distancie radicalmente de los valores, cualidades y comportamientos de su país" sostiene Rubio.

Para él es una mera anécdota que los personajes de Murakami coman hamburguesas y espaguetis, beban whisky y escuchen jazz, a los Beatles o a Bach. "Es puramente formal, superficial y accesorio" sostiene Rubio que defiende la plena imbricación de Murakami en la tradición japonesa a pesar de que recurra a canciones de los Beatles, como 'Tokio Blues (Norwegian Wood)', o de Nat King Cole, 'Al sur de la frontera, al oeste del sol', para titular sus novelas.

Comida y vacío

Como otro rasgo revelador de la japoneidad de Murakami se refiere Rubio a la importancia que la comida y la gastronomía tiene en sus novelas. Además de hamburguesas, los personajes devoran, como millones de japoneses, los fideos de alforfón 'soba', el 'ramén' y el 'udón', la milenaria sopa de mijo o 'misoshiru' o el proteínico y saludable queso de soja, el 'tofu'. "Con los platos que aparecen en su obra se podría elaborar un recetario bastante exhaustivo", dice Rubio.

Los personajes de Murakami son también deudores de un hábito de honda raigambre en la sociedad japonesa como "la aversión al contacto físico". Pero Rubio destaca otro rasgo esencial, como es "la fascinación del escritor por el concepto del vacío". "Hablamos de algo que está en la esencia del sentido japonés de la belleza y puede que uno los elementos centrales de su cultura; un rasgo claramente diferencial de la sensibilidad occidental, que se refleja en los silencios y las ausencias".

Un "alegoría del vacío" es la nuca de las mujeres, un detalle anatómico al que frecuentemente se refiere el narrador japonés y que para el profesor español remite a la literatura japonesa más clásica como símbolo de lo oculto, la búsqueda y la pérdida. Lo explica Rubio aclarando el significado de 'aware', la reverencial sensibilidad hacia la belleza transitoria y la finitud de todas las cosas, la capacidad de conmoverse ante un estímulo externo, ya sea la contemplación de los cerezos en flor o la comprensión de las flaquezas de una persona y "uno de los valores estéticos más sólidos de la tradición literaria nipona".

Otro rasgo definitivo de la plena japoneidad de la obra de Murakami es "la búsqueda de la identidad" y el afán de sus personajes "por afirmar su individualismo en una sociedad muy jerárquica, muy vertical y sometida a las apariencias a pasar de los radicales cambios en el último medio siglo" según Rubio. La respuesta de muchos jóvenes a esas rígidas tradiciones "es mostrar su rebeldía en la forma de vestir o el color de su pelo".

Traductor de Yukio Mishima, buen conocedor del tradición literaria japonesa y de contemporáneos como Kenzaburo Oé, cree Carlos Rubio que la novela "más hondamente japonesa" de Murakami es 'El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas'. "Es una de sus turbadoras novelas mágicas, que me cautivan por universales" dice. Evidencia a su juicio las dos realidades que conforman al Japón actual, el de la sociedad súper-tecnológica y deshumanizada y la que mira hacia el pasado, que se encarna en el personaje del lector de sueños, que desea recuperar la memoria". Una pugna entre "dos japones muy reales" y para Carlos Rubio paradigma "de la dicotomía desgarradora de un país en permanente evolución".

Doctor en Lingüística por Berkeley, Rubio fue profesor en la universidad de Tokio entre 1985 y 1990. Conocido en Japón como editor de diccionarios de japonés-español, ahora enseña literatura japonesa en la Complutense de Madrid y en Casa Asia. Es autor de la primera historia de la literatura japonesa en español, titulada 'Claves y textos de la literatura japonesa'.