los lugares marcados

Releer a los clásicos

Jerez Actualizado: Guardar
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Es un tópico eso de que ‘lo clásico nunca pasa de moda’. La vigencia de los considerados clásicos, en cualquier disciplina, es la prueba irrefutable de su valía. ¿O es al contrario? En este tema, hay algo de retroalimentación: ¿un clásico lo es porque sigue vigente, o su continuidad se debe a su carácter clásico, esto es, a sus valores inmutables e imitables? ¿La clasicidad es cuestión de tiempo o de contenido? ¿Es más clásico el Mío Cid que las novelas de Galdós? Es un debate, si quieren, filológico, pero que tiene su miga. La primera acepción del diccionario de la RAE alude al periodo de mayor auge y desarrollo de una cultura. Clásicos serían, entonces, los autores que tienen la suerte de nacer en momentos de esplendor. Pero nuestros Siglos de Oro o la Generación del 98 (por poner dos ejemplos, en el caso de España) refutarían o al menos matizarían esta definición. Hay otra entrada, la tercera, me parece más completa: ‘Dicho de un autor o de una obra: Que se tiene por modelo digno de imitación en cualquier arte o ciencia’. Lo clásico como el espejo en el que uno se puede mirar. Como ejemplo y como meta. El concepto, así formulado, es más amplio pero a la vez más ‘exquisito’ y también más personal, porque deja un margen al gusto y a la elección.

Mañana miércoles, día 26 de octubre, la Fundación Caballero Bonald comienza su XIII Congreso buscando la fórmula que nos haga volver la vista a los clásicos, y también intentando que elaboremos nuestras propias listas de imprescindibles. Tendremos ocasión de validar nuestros criterios o de descubrir espejos a los que no nos habíamos asomado o a los que habíamos mirado de soslayo y con reticencia (en mi caso, lo confieso, Santa Teresa). Tres días muy recomendables.