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Una colcha contra las balas

Baño de sangre en Yemen

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Al pequeño de la fotografía aún no han tenido tiempo de explicarle por qué silban a su alrededor las balas en Sanaa, la capital de Yemen. Solo nota que su madre lo aprieta fuertemente y que lo intenta proteger con lo poco que tiene, aunque la curiosidad puede con él. La colorida colcha los convierte en un blanco perfecto para ambos bandos, pero es el mejor refugio que han encontrado agazapados junto a un muro. Allí pasarán lentamente los minutos hasta que la revuelta callejera se disipe y puedan volver a pedir sobre el roído cartón unas monedas para llevarse algo a la boca. Él sí entiende lo que es el hambre, la sensación de vacío en el estómago, porque la desnutrición crónica está a la orden del día en Yemen (alcanza el 30%). Al igual que las protestas que encabezan millares de yemeníes reclamando que el presidente deje el país en manos de quien los guíe hacia una verdadera y plena democracia. Y parece que queda baño sangriento para rato, aunque el pequeño no sepa que en ello también va su futuro.

Dictadura

32 años han pasado ya desde que Ali Abdullah Saleh ocupara por primera vez el despacho presidencial. Después de Gadafi, se ha convertido en el mandatario árabe que más tiempo lleva en el poder. En 1978, con 33 años, accedió a la presidencia de la República Árabe de Yemen (Yemen del Norte) y, tras la reunificación de 1990, pasó a ser el líder del nuevo país.

En estado de emergecia

Cada día que pasa las revueltas son más sangrientas. Los números de muertos bailan después de dos meses de protestas. La cosa va en serio. No es un simple efecto llamada... pero el Gobierno yemení no quería darse cuenta de ello. El viernes declararon el estado de emergencia para intentar frenar la chispa de una guerra civil que está más cerca que lejos en un país donde el 40% de su población vive con menos de un euro y medio al día.