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Portada del libro de Félix J. Palma, 'El menor espectáculo del mundo'. / LA VOZ
Sociedad

Regale letras de Cádiz

2010 deja en la provincia un variado catálogo de títulos entre los que elegir

DANIEL PÉREZ
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Dashiell Hammett, con evidentes ganas de exagerar, dejó escrito que regalarle el libro idóneo a un amigo era casi tan difícil como presentarle a la mujer adecuada. Por eso, dijo, «yo nunca hago ni una cosa ni la otra». Puestos a ser puntillosos, a la hora de elegir un título con el que solventar el protocolo navideño, más vale tener en mente el perfil psicológico del lector, intuir sus gustos, sondear sus afinidades, y no lanzarse a la piscina con ese texto que a usted le ganó de calle, le conmovió hasta el tuétano o le robó la madrugada, pero que a su madre, a su novio, o a su compañero de piso, siempre tan exquisitos con las decisiones ajenas, puede resultarle flojo, denso o infumable: el candidato perfecto, previamente exfoliado, para calzar la esquinita rebelde del sofá. El menú editorial es tan rico, sin necesidad de moverse del terreno (temático, por firma o sello) de la provincia, que opciones no faltan. Como en ese viejo anuncio de Coca Cola, hay libros fáciles pero resultones para los lectores esporádicos, libros voluntariamente extraños para los gafipásticos alternativos, libros de pódium para los devoradores de best-sellers, libros ligeros y eficaces para los chavales cosidos a la Wii y libros interminables para los letrófagos empedernidos; hay tratados de arquitectura, recetarios, biografías de carnaval, ensayos sesudos, poemarios tristes y poemarios vitalistas, libros-mundo, libros-refugio y libros-juego. Finalmente, si fallan todas las categorías anteriores, hay también libros en rústica, con y sin solapa, de lomos relucientes y capitulares redondeadas, que no quedan mal del todo junto al florero del Ikea. Si puede, en cualquier caso, regale libros. Al fin y al cabo -seguro que Hammet estaría de acuerdo-, es bastante probable que mujer perfecta no exista. Pero el libro perfecto, quién sabe...