Las cámaras se encendían delante de las andas. :: EVA LINDBERG
CÁDIZ

A Merced de Santa María

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Blanco, oro y grilletes de plata para frenar una huida. Cientos de gaditanos se resistieron a la tentadora propuesta de presenciar la coronación de la sevillana Virgen de Regla para ser esclavos de La Merced. Al menos, por unas cuatro horas. Ese fue el tiempo que empleó la Redentora de los Cautivos para procesionar por las calles de su barrio de Santa María en un cortejo rápido y con marcada presencia familiar y devota en las aceras.

La Señora de la Merced fue fiel a su cita con su feligresía y la Cruz Parroquial atravesó el dintel de la iglesia homónima cuando el reloj aún no marcaba las seis y media de la tarde. Era la culminación a unos cultos que comenzaron días atrás y que en el mediodía de ayer tuvieron su última manifestación interna con la Función Principal. Mientras el cortejo fluía en el exterior -con la destacada presencia del nuevo administrador de la iglesia, Balbino Reguera-, en el templo, el capataz Enrique Gómez Freire situaba con esmero a la imagen de Gloria frente a sus fieles. Una complicada maniobra, con ciertas dificultades en la derecha del paso, permitió a la cuadrilla de Freire salvar el escalón de acceso. Nada que no se viera compensado con el buen hacer a lo largo del recorrido.

Los hombres de Gómez Freire tuvieron momentos de brillantez con mecidos gaditanos y marchas bailadas con esmero, como el caminar por la plaza de las Canastas bajo los sones de 'Soleares del Lunes Santo'. Minutos antes de este momento que hizo vibrar a los presentes en la plaza, la Asociación Musical San José Artesano de San Fernando tocaba dos marchas engarzadas: 'Coronación Macarena' y 'María Santísima del Dulce Nombre'. Las dos primeras del cortejo que calmaron la sed de cientos de vecinos que, apostados en aceras y balcones engalanados con reposteros, abarrotaban la salida.

En su barrio

La Virgen de la Merced -ataviada con su tradicional terno blanco bordado en oro que dejaba al descubierto su cabellera- lucía en su palio de maya engalanado con rosas y gladiolos blancos.

Precedido por nutridas representaciones de las hermandades del barrio (Sentencia, Siete Palabras, Cigarreras y Nazareno), el palio de la Señora bajó la cuesta de la Merced para pasar después por la plaza de las Canastas y Jesús de la Sentencia. La Merced se despedía de su barrio con 'Amanecer con Triana'.

La plaza de San Juan de Dios la esperaba repleta de gaditanos. Santa María se quedaba sin Merced, pero seguía esclava. El cautiverio duraría hasta bien entradas las diez de la noche. Esa era la hora prevista para que la patrona de los presos regresara de su paseo por la cuesta que lleva su nombre. La Merced volvía a su templo. Para ese entonces, la Señora era la cautiva. Su barrio la hizo presa y hasta el año próximo no la dejará marchar.