Armstrong, en el centro de la imagen, encabeza el pelotón del criterium contra el cáncer de Adelaida, donde se impuso Henderson (Sky). :: AP
LA PRÓRROGA

Armstrong comienza el bombardeo

El estadounidense inicia la temporada «más fuerte» y con Contador y el Tour en su diana

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Soy capaz de volver a ganar el Tour». Eso dijo Lance Armstrong antes de viajar a Australia para disputar mañana el Tour Down Under. Llegó a Adelaida el pasado miércoles. A las nueve de la mañana aterrizó su jet, bautizado así: 'N7LA'. No es un nombre casual: 'siete' son sus victorias en el Tour y 'LA' son sus iniciales. Al poco de llegar, colgó en su ventana de 'twitter' -red social de internet- una convocatoria para rodar con él en un entrenamiento. Reunió a 5.000 hinchas. «Fue fantástico. La próxima vez que haga algo así quiero que sea en un lugar único, como... París». Su obsesión. Lo malo para él es que la llave de esa ciudad la tiene Contador. «Yo no entro en 'twitter'», contestó el madrileño cuando le preguntaron si tenía noticias de Armstrong.

El año pasado, pese a compartir maillot en el Astana, vivieron en planetas distintos. Ahora, Armstrong ha creado el RadioShack, una escuadra a su imagen y semejanza, y ha dejado los restos del Astana para Contador. «Estaré más tranquilo sin Lance en el equipo», respondió el madrileño, ganador del último Tour. Entre ellos hay un enemistad creciente. Contador calla y pedalea; Armstrong, consciente de su inferioridad física, le chincha, trata de desestabilizarle, le bombardea con comentarios cada vez que puede: «Dice Contador que yo le he hecho popular. Será popular en España, pero desde luego lo es mucho menos en Estados Unidos». Armstrong lleva las riendas mediáticas: acaba de enviar 170.000 euros para los damnificados por el terremoto de Haiti.

En la madrugada del sábado, Armstrong rodó durante 51 kilómetros en un criterium contra el cáncer en Adelaida. «Me he sentido mejor que el año pasado», aseguró. Incluso atacó. Impaciente. Ya no tiene las dudas de 2009, cuando era un recién llegado tras casi cuatro años de jubilación. «En 2009 di el máximo y hubo dos mejores que yo (Contador y Schleck), pero eso me ha dado motivación para intentarlo de nuevo. Seré más fuerte». Más poderoso con 38 que con 37 años. «Contador es casi invencible», apunta. Casi. «Será un Tour técnico. Con viento, con pavés... Una carrera compleja, imprevisible».

Contador parece inalterable. Cada invierno se enfrenta a un problema nuevo: o desaparece su equipo o le veta el Tour. Esta vez, ha tenido que tejer una nueva estructura en el Astana, desmantelado por Armstrong (se fueron Kloden, Leipheimer, Zubeldia, Paulinho...). «Creo que este nuevo Astana será competitivo en el Tour», confía Contador. Tiene a Vinokourov, a De la Fuente, a Pereiro... «Me encuentro muy contento y arropado». En el pasado Tour corrió casi desvestido.

Arreciaron en el Tour los problemas. Calló cuando las mejores ruedas en el prólogo de Mónaco fueron para el americano. Compró de su bolsillo unas iguales. Cremallera. Se contuvo cuando vio a todo su equipo celebrar en la mesa la actuación de Armstrong en los abanicos de La Camarga, allí donde el madrileño quedó cortado. No respondió cuando el tejano le acusó de traición en Andorra. «En 1999 yo también era muy ambicioso, pero si a mi equipo hubiera venido Induráin, yo le habría considerado un ídolo», lanzó el legendario Armstrong. Contador quedó aislado.

Fue después, ya en casa. «Nunca he admirado a Armstrong. Ni lo haré». Otra frase: «Le doy la enhorabuena por quedar detrás de mí, tercero». De ese combate se alimenta ya la expectación para la próxima ronda gala. Contador es el más fuerte. Su equipo, no. Armstrong no brilló ni en la montaña ni en las contrarrelojs del pasado Tour, pero fía sus opciones a la estrategia. Mueve ficha desde enero: ha iniciado el bombardeo sobre Contador. No sabe perder. Ni contra el cáncer. «Una muerte lenta no es para mí, porque yo no hago nada despacio, ni siquiera respirar. Todo lo hago a ritmo vivo; e incluso me molesta que conduzca mi esposa, porque se para cuando el semáforo está en ámbar. Ella me responde que debería casarme con un hombre».