Sociedad

Seducido por González y aficionado a la caza

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Como corresponde a un juez con amor al riesgo, Baltasar Garzón se atrevió a lo que muy pocos de sus colegas, saltar a la política. Felipe González le llamó en 1993 y dijo sí. Como secretario de Estado para el Plan Nacional sobre Drogas intentó crear una especie de súper agencia contra el crimen organizado y el narcotráfico. Supo entonces lo complejo que es mover la administración y, más aún, la densa red de complicidades precisas para hacer carrera en política. Su jefe directo le cortó las alas. De nuevo otro juez, el entonces ministro del Interior Juan Alberto Belloch. Dimitió. No se sintió respaldado por González, pero tampoco traicionado. Su penúltimo contacto conocido con políticos también trajo cola. Le gusta la caza y coincidió en una montería en Jaén con otro ministro de Justicia y juez, Mariano Fernández Bermejo. Las críticas acabaron con la carrera política de Bermejo. A Garzón los tiros le silbaron cerca, pero no le dieron.