Medvédev pasa revista a la tripulación de un buque ruso fondeado en Singapur durante la cumbre de APEC. / AFP
MUNDO

Rusia ralentiza el plan nuclear iraní

Moscú retrasa la entrada en servicio de la central de Busher tras la cita de Medvédev y Obama en Singapur

CORRESPONSAL. MOSCÚ Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Rusia, cuyos dirigentes defendieron siempre la legitimidad de sus proyectos de cooperación con Irán en el terreno del átomo, muestra ahora una actitud más reticente. La presión internacional para que Teherán colabore con la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), deje de enriquecer uranio y disipe las dudas sobre la naturaleza pacífica de su programa nuclear está obligando a Moscú a replantearse su anterior postura. Ayer precisamente, la AIEA repartía un informe criticando duramente la falta de colaboración y transparencia de Teherán.

Apenas 24 horas después de que el presidente Dmitri Medvédev se reuniese en Singapur con su homólogo estadounidense, Barack Obama, con el que coincidió en la necesidad de apremiar a Irán, sugiriendo incluso la posibilidad de sanciones, el ministro de Energía ruso, Serguéi Shmatkó, anunciaba que la central nuclear de Busher (sudoeste de Irán) no entrará en servicio, como estaba previsto, en el presente año. La planta se construye bajo la supervisión de especialistas rusos.

Shmatkó afirmó ayer a la agencia Interfax que este nuevo aplazamiento se debe a causas «técnicas». Sin embargo, el servicio de prensa del Ministerio de Energía no aclaró de qué problemas se trata y si el retraso será cuestión de semanas o meses. Una fuente ministerial subrayó que, de momento, «el arranque de la central de Busher se demora de forma indefinida». Shmatkó, no obstante, aseguró que el proyecto «se encuentra ya en su fase final».

No es la primera vez que se aplaza la culminación de las obras en Busher. Unas veces ha sido por motivos políticos y otras por impagos o dificultades económicas. La cúpula iraní exige además al Kremlin que cumpla sus compromisos y envíe de una vez los misiles antiaéreos S-300, contra cuyo suministro actúa Israel en primer lugar.

La AIEA advertía ayer al régimen de los ayatolás de que su actitud de cerrazón impide recabar información que permita aplacar los temores de la comunidad internacional. Según el informe, Teherán obstaculiza las inspecciones y facilita cada vez menos datos sobre sus actividades nucleares. Preocupa también la finalidad de la factoría cercana a Qom, de cuya existencia Irán informó en septiembre ya con retraso y de la que no ha facilitado demasiadas aclaraciones.

Por su parte, el presidente persa, Mahmud Ahmadineyad, en declaraciones difundidas por la agencia estudiantil Isna, advirtió ayer una vez más que el derecho de su país a disponer de energía atómica es «innegociable». Dijo, sin embargo, estar dispuesto a «un diálogo constructivo y honesto con los países de Occidente en el terreno de la energía nuclear», pero sólo en el marco de la AIEA.

Intercambio de uranio

EE UU, la UE y ahora también Rusia creen que Teherán no hace más que protagonizar maniobras dilatorias para ganar tiempo. El mes pasado, Washington, París y Moscú le ofrecieron un acuerdo que le permita disponer de un programa nuclear pacífico, entregando su uranio para ser enriquecido en Rusia o Francia. Después, una vez reprocesado, el combustible atómico regresaría al país persa para ser usado exclusivamente en la producción de electricidad o con fines terapéuticos en centros sanitarios.

Hasta ahora, Irán no ha dado todavía una respuesta clara y categórica, aunque todas las declaraciones de sus líderes han ido más bien en una línea de rechazo. «Desafortunadamente, al menos hasta ahora, Irán no ha sido capaz de decir sí a una propuesta que todos vemos como creativa y constructiva... se agota el tiempo», manifestó Obama el domingo durante su encuentro con Medvédev en Singapur.