Bruno García explica los detalles del rodaje a Suzanne en su comercio de la calle Cánovas del Castillo, que amaneció vallado por error. / MIGUEL GÓMEZ
CÁDIZ

El pregonero de Hollywood

Bruno García recorre uno a uno los establecimientos del centro afectados por el rodaje para explicar detalles y recoger personalmente las primeras quejas de comerciantes y vecinos

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Las figuras más grandes que desfilaron por las pantallas inmaculadas del Imperial, el Cine Nuevo, el Caleta y el Terraza siempre contaban con un doble, con un especialista, que les daba el relevo cuando había que jugarse el pellejo, las rodillas o la crisma.

Salvo excepciones que el mitológico mundo del cine ha ensalzado a modo (del australiano burlón Errol Flynn al sobrio Harrison Ford), la mayoría de las caras bonitas desaparecían cuando las cosas se ponían feas. Los costalazos, que se los pegue otro.

El concejal de Turismo, Bruno García, milita desde ayer en el selecto grupo de los que han puesto la jeta en los momentos comprometidos, de los que se afrontan las escenas de tensión además de lucirse en los diálogos. Esa conversación, desde el pasado lunes, la tiene a diario con los comerciantes del centro. Son los que, a partir del domingo 22 vivirán junto a los vecinos el rodaje del largometraje Knight & day.

García es uno de los benjamines del Pleno municipal y viene a ser a la pequeña política local lo que Tom Cruise al cine mundial: una sonrisa reconocible.

Ayer tuvo que tirar de ella para apaciguar dudas y protestas, sin especialista que le sustituya ni maquilladores, ni guardaespaldas. Sólo la palabra para calmar las primeras molestias surgidas por los preparativos de la grabación. Aceptó la compañía de los periodistas para repetir una escena que afronta cada día.

Llega a las seis de la tarde a la calle Cervantes. Es una de las dos paralelas al plató principal de Ancha pero advierte de entrada a los comerciantes, sobre la acera, que «habrá cortes de tráfico y el paso de los peatones por las esquinas de San José o Sagasta tendrá cortes». Ante las caras de duda de los primeros industriales abordados, el delegado de Turismo aporta un ejemplo cercano: «Se podrá pasar a pie, pero será como en Semana Santa, que igual toca esperar unos minutos y luego ya se puede andar. Lo regularán unas personas con walkie-talkies». María Moreno, dueña de un pequeño negocio en Cervantes, escucha con calma.

«Aún no sé si voy a abrir. Igual pueden venir clientes desde la calle Sacramento», calcula. Está llena de calma, incluso se confiesa interesada por curiosear el rodaje. El concejal la anima: «Vaya el domingo a verlo y así conoce la situación que se repetirá el lunes».

Falta la cifra clave

En el trayecto por Sagasta, hasta Cánovas del Castillo, los comerciantes se interesan sobre todo por las compensaciones económicas para cerrar o estar abierto sin clientes. «¿Cómo las pido?», repiten. «Una persona de la productora pasará por aquí. Tomará los datos y le dará un documento, como un contrato».

Sin embargo, falta por saber lo más importante. La cantidad. Aún no han acordado la cifra que se pagará por metro cuadrado de negocio sin actividad. Bruno García se compromete a volver, tienda a tienda, cuando tenga el dato exacto. Mientras transmite la información que tiene: «El mínimo que se pagará será de 60 metros. Los locales que sean más pequeños cobrarán a partir de 60 metros», repite el edil.

Ya en la calle que acogiera la vieja sede del Cádiz Club de Fútbol, los problemas crecen. Suzanne es propietaria de una tienda de ropa y accesorios africanos. Recibe al concejal preparada. Con periódico abierto sobre la mesa, se declara «indignada» por no saber nada aún y porque ninguna asociación de comerciantes se haya puesto en contacto con ella en toda la semana.

Bruno García tiene que desplegar todas sus artes escénicas, insistir e insistir. Finalmente, la comerciante agradece el gesto, las disculpas y las pistas que aporta el edil: «Esta calle estará cortada de domingo a miércoles. Si no es por el rodaje en sí, será por cuestiones técnicas, pero estará cortada». Queda en volver cuando pueda cuantificar exactamente la indemnización por cierre. En el debate a pie de mostrador, tiene que pedir disculpas en nombre de la productora. A la comerciante, y al local de enfrente, les instalaron un burladero frente a la puerta por la mañana. No podían abrir. Tuvieron que pedir que lo retiraran y pidieron horas.

«Eso no puede pasar», media el embajador de Hollywood en Cádiz. De regreso a la calle, más quejas. «¿Por qué los que dejen usar sus balcones van a cobrar 50 euros y yo, por cerrar la tienda, no sé cuánto voy a recibir?». «El burladero que han puesto en la puerta de mi casa no deja pasar con el carrito de la compra, el coche del bebé ni la bicicleta», interrumpe otra vecina cuando el concejal ya se debe marchar un descanso en el rodaje que ha iniciado antes que los demás. Quejas, dudas y algún leve temor. Nada irremediable. Todo pasajero. Todos «se alegran» del rodaje. «Dejará 1,2 millones de euros en la ciudad, al margen del consumo en hostelería de la gente y otros gastos paralelos». Y la publicidad para la ciudad-plató.

Pero mientras llega, hay pequeños inconvenientes, detalles que explicar y advertir. El protagonista de la cinematográfica aventura, aunque no haya focos ni celuloide, repetirá la misma escena, idéntico diálogo, mañana, pasado y el otro. Hasta que suene la claqueta. Eso será el día 22. Ahí llegarán las estrellas de verdad y se retirarán los concejales.