Cádiz

«Los franceses tuvieron miedo en España, un miedo que no conocían»

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Frente a la imagen idílica que conocemos de la Cádiz de 1812, que muestra una ciudad ilustrada y liberal, cuna de la primera Constitución española, se opone la negra y oscura imagen que Goya reflejó con lucidez en sus aguafuertes ‘Los Horrores de la Guerra’. Una imagen de masacres, violaciones y mutilaciones, que se cometieron por unos y otros durante los seis años (entre 1808 y 1814) que duró la Guerra de la Independencia.

Precisamente de estos aguafuertes se valió ayer el profesor Gerard Dufour –hispanista francés de la Universidad Aix-en-Provence– para ilustrar la conferencia con la que se inauguró el Congreso de Historias Locales de la Provincia de Cádiz. Unas jornadas y conferencias organizadas por la Oficina del Bicentenario de la Diputación, y que este año está dedicado a profundizar en la invasión francesa en la provincia de Cádiz.

Una «guerra total»

«Los franceses pasaron miedo en España, y un miedo que no habían conocido antes», reconocía ayer el profesor galo, al recordar que la Guerra de España –como se conocía la contienda en Francia– fue un «conflicto singular, una guerra total, en la que participaban hasta las mujeres» y a la que no estaba acostumbrado el mejor ejército del mundo.

Dufour llegó a estremecer al auditorio –congregado en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras– al recordar cómo ese miedo a las guerrillas llevó a muchos soldados franceses destinados en España a «automutilarse, a cortarse las manos o a destrozarse los dientes con ácido» para evitar entrar en campaña.

Esta imagen aterradora, sin embargo, apenas fue conocida en la Francia napoleónica. A ella sólo llegaban ecos de victorias y éxitos militares a través de una rigurosa propaganda, que el hispanista francés también diseccionó ante el centenar de personas que acudió al Congreso: «Napoleón explotaba no sólo la prensa, sin también el teatro, las canciones populares y el Arte». Una propaganda, que sin embargo, pronto quedó en evidencia ante los horrores que «narraban los propios soldados».