Ni caso del chivatazo

Una voz anónima llama a un cuartel de la Guardia Civil de Levante. «Sé quien es El Solitario. Se llama Jaime Giménez Arbe». El número que coge el teléfono no le hace ni caso. Por entonces, las fuerzas de seguridad sólo daban palos de ciego. Los investigadores pensaban que podía estar en México, o en Francia, o escondido en su escondrijo, esperando a que pasara la tormenta. El delator vuelve a insistir: «Se llama Jaime Giménez Arbe». Nada. Así que, a título personal, un guardia civil llama a un compañero de Madrid y le pide que investiguen la pista. No mucho después, le pillaron.