Zapatero contempla fotos de las víctimas en el Museo del Holocausto. / REUTERS
ESPAÑA

Zapatero promete «mojarse» por la paz en Oriente Próximo y crear un Estado palestinoEn el Museo del Holocausto

Dice tras 24 horas en Jerusalén y Ramala que hay «expectativas», pero también «dificultades»

ENVIADA ESPECIAL. JERUSALÉN JERUSALÉN Actualizado: Guardar
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El compromiso de José Luis Rodríguez Zapatero con el proceso de paz en Oriente Próximo despierta sentimientos distintos en la región. Entusiasmo del lado palestino y un cierto escepticismo del israelí. El jefe del Ejecutivo tuvo que encajar ayer en su primera visita oficial a Jerusalén el ácido comentario del siempre directo presidente Simon Peres. «Estamos encantados, pero venga más tiempo -recomendó el veterano premio Nobel de la Paz- porque, en tan poco, no se pueden resolver estas cuestiones». La acogida del primer ministro Benjamin Netanyahu fue más halagüeña: «Debemos complacernos de que España asuma la presidencia de la UE para poder trabajar juntos».

La gira de Zapatero incluye cinco países en tres días. Su jornada fue ayer maratoniana: salida de Damasco a Tel Aviv, visita en Jerusalén al Museo del Holocausto, entrevista con Peres, marcha a Ramala para su cita con el jefe de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, paso por la Fundación Baremboin-Said y vuelta a Jerusalén para un encuentro con personajes de la cultura israelí, una reunión con la líder del partido Kadima, Tzipi Livni, y, finalmente, el vis a vis con Netanyahu.

Lo apretado del horario tiene una explicación para el Gobierno. Se trata sólo de una toma de temperatura porque, según el propio Zapatero, cuando asuma la presidencia de la UE, el próximo enero, tiene intención de «trabajar duro» y «mojarse» en la resolución del conflicto que debe concluir, subrayó, con la creación del Estado palestino; algo que Israel está dispuesto a aceptar, según su primer ministro, siempre y cuando se trate de un Estado «desarmado». «Nos estamos acercando a un momento en que el proceso entra en una fase relevante», aseveró el jefe del Gobierno desde la Mukata, sede de la Autoridad Nacional Palestina. Unas horas después, con Netanyahu, matizó: «Hay una expectativa aunque también muchas dificultades».

El papel de mediador que está dispuesto a asumir, siempre en coordinación con Estados Unidos y la comunidad internacional, obliga a un difícil equilibrio. Zapatero adujo que su posición ante «determinadas actitudes bélicas» es conocida, pero que ahora no se deben poner encima de la mesa cuestiones como la ofensiva hebrea sobre Gaza en diciembre y enero pasados.

Lo dijo frente a un Mahmud Abbas que acababa de confirmar su disposición a negociar y que, lejos de adoptar el tono descreído de Peres, concedió importancia a la implicación del jefe del Ejecutivo en las negociaciones. Tanto que lo condecoró con la estrella del honor, una insignia en reconocimiento de su papel para que el Estado palestino logre la «libertad, el honor y la independencia».

Los gestos tienen a menudo más fuerza que las palabras. Los diplomáticos lo saben. Por eso, en la visita de Zapatero a Jerusalén y Ramala hubo más que discursos, más que entrevistas y más que intercambios de puntos de vista.

La imagen del presidente del Gobierno en el Museo del Holocausto, con una kipá judía en la cabeza, el mismo día que recibía la estrella del honor del jefe del Gobierno palestino suma. O contrarresta. Porque lo primero que se vio obligado a decir el jefe del Ejecutivo a Simón Peres, sonó un poco a disculpa: «Las críticas que hacemos a Israel las hacemos como país amigo». En las retinas ha perdurado mucho tiempo la foto del líder de los socialistas, ya inquilino de La Moncloa, con una kefiya palestina al cuello durante un acto de las Juventudes en 2006. Ahora Zapatero cree que la relación con Israel puede mejorar. En ello prometió trabajar. Netanyahu dio muestras de haber olvidado resquemores.