El presidente de Ibercaja, tras la entrevista./ JUSTO RODRÍGUEZ
AMADO FRANCO LAHOZ PRESIDENTE DE IBERCAJA EMPLEO SISTEMA FINANCIERO

«El problema es dónde colocamos a los parados de la construcción»

Prevé que la crisis toque fondo a final de año y pronostica un «repunte lento»

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El presidente de Ibercaja, Amado Franco Lahoz, no oculta sus reservas hacia los procesos de fusión de cajas que impulsa el poder político, fusiones en las que han de primar «criterios profesionales». Franco, que sustituyó a Manuel Pizarro en 2004 al frente de la centenaria entidad, repasa la situación del sistema financiero, prevé que la recesión tocará fondo a final de año y se queja de la «imagen injusta» que se está ofreciendo de estas instituciones.

-¿Qué piensa de las críticas que se dirigen a las cajas de ahorro?

-Creo que la imagen que se está vendiendo de las cajas es bastante injusta. ¿Cuántos billones han tenido que meter en Estados Unidos? ¿Y qué ha pasado con la banca islandesa, que se ha ido a freír espárragos? En España, a una caja que supone el 0,4% de todo el sistema financiero español, le han prestado 1.300 millones y parece que aquí es el fin del mundo. Compare y verá que no tiene ningún sentido. Ahora estamos con el tema de las fusiones y parece que es un mal menor. Lógico que también en el mundo de las cajas busquemos en beneficio de todos mayor eficiencia, mayor efectividad, trabajar con menores costes y además dar una mayor calidad de servicio.

-¿Qué le diría a los empresarios que critican la falta de financiación de sus proyectos?

-Hemos vivido unos años en los que hemos estado creciendo al 3 ó 4% y la inversión al 25% o al 30% y ahora al 2 ó el 3%. Pero ¿cuántos proyectos nuevos se ven? Poquísimos. Intentamos atender todo aquel proyecto de financiación o refinanciación de inversión que sea viable, porque, entre otras cosas, vivimos de eso.

-A principios de año se hablaba de la fusión de Ibercaja con Caja Castilla-La Mancha. A día de hoy, ¿existe algún proyecto de fusión?

-Gracias a Dios somos una de las tres o cuatro cajas que más solvencia tiene y la tercera con más liquidez. Con todo, estamos atentos a las oportunidades que puedan surgir. Por nuestra situación geográfica y dado que no hay más que dos cajas en la región, creemos que no tendría ningún sentido la fusión de ambas. Para nosotros, esa oportunidad tiene que ser de fuera de la región y, por tanto, no sólo cuenta la legislación sino también la voluntad política, y eso está por ver todavía.

-¿Qué criterios han de prevalecer en cualquier fusión?

-Lo que ha de primar en los procesos de fusión son criterios profesionales y no políticos. Una fusión puede ser buena, mala o regular, depende de cómo se plantee y se lleve a la práctica. Es decir, no hay verdades objetivas, hay que estudiar caso por caso. Puede haber fusiones convenientes y otras que sólo aumenten los problemas.

-¿Entraría en sus planes una fusión con Caja Rioja?

-En estos momentos creo que Caja Rioja es una caja de ahorro sana que tiene también su propio desarrollo.

-¿La crisis tiene alguna fecha de

caducidad?

-Creo que en España hay una crisis económica y una crisis con un componente psicológico importante. No es lo mismo en Europa pasar de crecer un 1% a bajar un 1% que en España, donde estábamos creciendo al 4%, bajar de golpe cinco escalones. Nuestro PIB va a seguir disminuyendo pero a unos ritmos mucho menores. La cuestión va a ser cómo salimos de esa situación de suelo que habremos tocado a final de año. No veo un repunte rápido, sino un repunte lento. Aquí la gran cuestión es la cifra de paro, porque si se van dos millones de empleos de la construcción, ¿dónde los colocamos? Nos hemos dedicado muchos años a decir que teníamos que cambiar de modelo productivo, que está basado únicamente en la construcción y el consumo. Se nos ha pasado el tiempo y no hemos cambiado el modelo, y eso no se cambia de la noche a la mañana.

-¿Ha cambiado el objetivo de la obra social de las cajas?

-Sí. Las cajas este año han dedicado 1.600 millones de euros a obra social. La finalidad de las obras sociales es tratar de paliar nichos de necesidad que hay en el mercado y que los entes públicos no pueden cubrir. Eso está cambiando. Con la democracia llegaron las necesidades de recuperación del patrimonio histórico artístico y hoy en día lo que prima es solucionar cuestiones de primera necesidad y seguir con el mundo de la marginalidad y la dependencia, donde radica la esencia de las propias cajas de ahorro.