Gente

«Amargo ahora hace la reverencia a mi paso»

«A Muñoz Escassi nunca lo vi como hombre, en la isla no había libido», cuenta esta superviviente

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Estudió ballet en Alcobendas con Penélope Cruz, se casó después con Rafael Amargo... La bailarina Yolanda Jiménez ha conocido a muchas estrellas, pero a ella nunca le había tocado ser protagonista. Hasta que decidió entrar en Supervivientes y quedó cuarta, de catorce. Madre de dos hijos, Yolanda, que siempre ha sido tranquila y paciente, saborea ahora lentamente su triunfo.

-¿Cuánto lleva en tierra firme?

-Unas tres semanitas ya. La primera fue muy difícil. Me costó volver a la realidad, dormir en una cama, ver tanta comida junta... No me lo creía, ni el cuerpo me lo aceptaba.

-Pero tendría hambre.

-Mucha. Sobre todo de dulce. Lo primero que comí fueron donuts rellenos. Había soñado con ellos.

-Y le sentaron mal.

-No, porque los dosifiqué. Los bailarines estamos siempre un poco a dieta y no me he dejado llevar por la ansiedad. Peor ha sido lo de dormir.

-¿Peor?

-Me he pasado tres meses durmiendo en el suelo, y eso de tener un colchón y una almohada ahora me da dolores de espalda. Sigo echando de menos la isla.

-Creí que iban allí a sufrir.

-Era duro, pero también vimos amaneceres y atardeceres increíbles. Y nuestra única preocupación era pescar para comer. Luego llegas aquí y tienes tantos quebraderos de cabeza... En la selva urbana los problemas son bastante más grandes y muchos no tienen solución.

-¿A qué problemas se refiere?

-Pues a no llegar a final de mes, por ejemplo.

-Pero si es usted una buena bailarina y la esposa de un bailarín mundialmente famoso...

-...que tiene una compañía en la que hay que dar de comer a cuarenta personas, de ahí las preocupaciones.

-¿Fue a la isla por dinero?

-Por una parte, sí. Pero también era algo personal. Llevo años trabajando con Rafa. Siempre he estado detrás de él. Y quería que se me conociera por mí misma.

-¿Y qué le dice ahora su marido?

-Me hace la reverencia por donde paso. Está muy orgulloso. Ahora soy la heroína de la casa.

-Amargo me dijo una vez que ustedes son el yin y el yang.

-Gracias a eso congenio con Rafa, porque él es dinamita pura. Y yo soy la paciencia, la que tiene los pies en la tierra, la que piensa más las cosas.

-¿Qué edad tienen sus hijos?

-León tiene cuatro años y medio, y Dante, un año y cuatro meses. Cuando me fui él tenía un añito recién cumplido. Me fui preocupada, pero dejé a los niños con mi madre y con una chica que me los cuida y que es como una hermana. Rafa iba y venía, pero esto le ha venido bien para ponerse todavía más las pilas como padre. Los niños me han dado la fuerza para tirar para adelante. Pensaba en ellos de una forma positiva. Y eso que, en mi ausencia, han pasado los dos la varicela.

-¿Cómo los ha encontrado?

-Muy bien. A León un poquito más grande, pero el cambio lo he visto en Dante. Cuando me fui gateaba y me lo he encontrado corriendo. Me ha dado pena perderme sus primeros pasos, pero no quiero pensarlo mucho.

-Álvaro Muñoz Escassi tiene fama de seductor infalible...

-Ya, pero es que en la isla no había libido para nada. Nunca los vi ni a él ni a Matías como hombres, sólo como compañeros. Bastante teníamos con sobrevivir.

-¿Le ha cambiado la experiencia?

-Yo era muy escrupulosa para comer y si veía un mosquito me moría. Ahora no. Pero cada persona tiene su esencia y eso permanece. He aprendido también que todos estamos muy malcriados, yo ahora ya no me dejo nada en el plato. Y me ha dado tiempo a pensar...

-¿En qué?

-En mi vida. He visto pasar mi vida entera. Ha sido un regalo.

-¿Hay algo que ya no haría?

-Pues, de momento, he renunciado a trabajar en una producción que tenemos ahora en julio. Quiero pasar más tiempo con mis hijos; me parece lo más importante.

-¿Le recomendaría a Amargo una experiencia así?

-Por supuesto. Pero sería complicado, porque él es muy nervioso y allí pasas muchas horas sin hacer nada. Él no lo soportaría.