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Rusia restringe el juego a cuatro zonas especiales para controlar el negocio

| CORRESPONSAL. MOSCÚ Actualizado: Guardar
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Desde ayer, los casinos y salas de juego en Rusia son ya ilegales fuera de las cuatro zonas designadas al efecto (Krasnodar, Kaliningrado, Altái y Primorie). La medida fue aprobada por el Parlamento en diciembre de 2006 a iniciativa del entonces presidente Vladímir Putin, actual primer ministro. Los representantes del sector calculan que el cierre de establecimientos de juego en la mayor parte del país dejará en la calle a unos 300.000 trabajadores. El Gobierno ruso, sin embargo, sostiene que la disposición afectará sólo a 11.500 empleados.

La razón que oficialmente se esgrime para justificar el cerrojazo es la necesidad de un mayor control del negocio, luchar contra la ludopatía y lograr un mayor desarrollo de las únicas cuatro regiones en las que los casinos podrán seguir funcionando. Existen también, según algunos rotativos rusos, razones no declaradas, como supuestos vínculos entre los casinos de Moscú y el crimen organizado georgiano.

Lo cierto es que el juego en Rusia siempre se ha asociado a las mafias y tiene muy mala prensa. Y eso que la ludopatía es un vicio muy extendido en Rusia con viejas raíces. El insigne escritor Fiodor Dostoyevski, que nunca ocultó su condición de adicto al tapete verde, lo describe magistralmente en su obra Igrok (El Jugador). Hasta 2007, Moscú llegó a contar con unas 2.000 salas de juego y 70.000 máquinas tragaperras. Tras la adopción de la nueva normativa, su número empezó a disminuir paulatinamente. A principios de junio, en la capital rusa apenas quedaba una treintena de casinos y menos de un millar de máquinas. El juego movía en Rusia cerca de 5.000 millones de euros anuales y en 2008 pagó impuestos por valor de unos 800 millones.

Problemas

Yuri Bóyev, responsable de gestión del Metélitsa, uno de los casinos más emblemáticos y lujosos de Moscú, se queja de que será imposible a corto plazo reinstalar el negocio en las cuatro zonas especiales designadas. «Carecen de carreteras, de agua y hasta de electricidad», asegura. Kaliningrado, antigua Prusia Oriental, es la única que podría llegar a convertirse en Las Vegas de Rusia. Krasnodar, cuyo balneario de Sochi acogerá la Olimpiada de Invierno de 2014, también podría ser una alternativa aunque no inmediata. Mayores dudas suscitan las regiones de Primorie, en el extremo oriente de Rusia, y Altái, en el sur de Siberia