VUELTA DE HOJA

La velocidad de la luz

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El Gobierno planea subidas del precio de la luz en este mismo año y en el que viene, si es que viene. Nunca le fallan esos planes, ya que están muy bien tramados: le basta con hacer números y cuando los números cantan siempre desafinan. Además, la presión fiscal debe darse por igual y sería insolidario que a los impuestos aplicados hace sólo medio mes a la gasolina y al tabaco no los acompañaran otros. Si la luz se encarece un 11 por ciento no le será difícil a los contables gubernamentales reclutar esos 675 millones de euros que le están haciendo más falta que el comer.

Casi tanta falta como a una de cada cuatro familias españolas en paro que no recibe ninguna clase de prestaciones.

Hay que "actualizar los costes", que según Industria se han quedado antiguos y ya no se llevan. El espectáculo del derroche, acompañado de luz y sonido, se acabó. Regresarán las restricciones, no ya impuestas a determinadas horas, sino voluntarias, cuando había que vigilar atentísimamente la conducta de las bombillas. Las abuelas, que eran a la vez indulgentes y rígidas, nos decían a aquellos niños de la postguerra: "Apaga la luz , que siempre te la dejas encendida". Tenían razón las abuelas, pero ahora la tengo yo, que sospeché desde hace algunos años que mi vida podía ser capicúa.

Cuentan que la amenazante subida podría ser evitada a los consumidos consumidores españoles, mediante una aportación de los Presupuestos de 1.500 millones de euros, pero eso sólo tiene una pega: que hay que sacarlos de las arcas públicas, que están todas perdidas y las que no se han extraviado se encuentran vacías. Son demasiados consejeros, demasiados altos cargos, demasiados coches blindados, además de infinitos figurones autonómicos chupando del bote. Y lo han dejado tan vacío como las arcas.