Los cantes acompañan el camino. / ANTONIO VÁZQUEZ Una joven sale de Cádiz. / ANTONIO VÁZQUEZ
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Cádiz peregrina a la Blanca Paloma

Más de 2.000 devotos de la provincia salieron ayer hacia la Aldea Los romeros afrontarán hoy la jornada más dura del camino

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Ya llego la primavera, con ella el mes de mayo, simpecados, carretas y romeros a caballo. Así reza una sevillana que fácilmente podría resumir lo que en la jornada de ayer aconteció en la provincia. La Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Cádiz, acompañada por unos 270 romeros, inicio su caminar hacia la aldea almonteña.

Desde muy temprana hora, los hermanos de la cofradía de Cádiz capital se daban cita en la Parroquia de San José, donde a las 7.30 de la mañana tenían previsto realizar el rezo del Santo Rosario. En las caras de los romeros se reflejaba tanto la ilusión y la alegría por emprender un año mas el camino acompañando a su hermandad, como el cansancio acumulado debido a los preparativos llevados a cabo durante la tarde-noche del pasado lunes. A las 8 de la mañana dio comienzo la tradicional misa de romeros predicada por el obispo de Cádiz y Ceuta, Antonio Ceballos Atienza, acompañado por el director Espiritual de la corporación rociera gaditana, Óscar González Esparragosa. En una iglesia abarrotada de gaditanos, el obispo transmitió a los rocieros «el deber de manifestar el verdadero sentido de la romería». Fue una misa cargada de emociones y en las que no falto las peticiones por el Hermano Mayor de la Hermandad, Manuel Montaño, que debido a problemas de salud no podrá acompañar a su hermandad por las arenas del coto de Doñana. Mientras tanto en el exterior del templo, las campanitas de la carreta del Simpecado anunciaba que se acercaba la hora de emprender el largo y duro caminar. Carreta que, para la ocasión, lucía como estrenos los arcos laterales realizados en plata.

Comienzan el camino

A las 9.10 horas, se dio por finalizada la eucaristía y tras la bendición y los buenos deseos para el camino, por parte de Antonio Ceballos, el Simpecado marinero de Cádiz se asomaba por el dintel de la puerta de la parroquia acompañado por un estallido de cohetes y de vivas a la Virgen del Rocío. Abría la comitiva el pitero de la hermandad, Raúl Amiama, que a pesar de su niñez demostraba toda su destreza con la flauta y el tambor, seguido de la Junta de Gobierno con sus varas, la carreta del Simpecado y una gran cantidad de gaditanos que no dudaron en arropar en todo momento a la Hermandad en su discurrir por las calles de la ciudad. Tras cruzar las Puertas de Tierra, a las 10.15 minutos, la comitiva llegaba a la plaza de San Juan de Dios para recibir la ofrenda florar de la alcaldesa de la Cádiz, Teófila Martínez, que tomando posesión de una vara se incorporo a la presidencia que formaban el Concejal de Fiestas, Vicente Sánchez. La comitiva rociera se dirigió hacia el colegio de los Salesianos para rezar el Ángelus cuando el reloj marcaba las 12.

Rumbo a Sanlúcar

Uno de los momentos más emotivos se vivió cuando la carreta del Simpecado de Cádiz se paró junto a las puertas de Urgencias del Hospital Puerta del Mar, donde se realizó una pequeña oración por los enfermos allí presentes. Tras discurrir por el barrio de La Laguna la hermandad se incorporaba a la Avenida para abandonar la ciudad y realizar su primera parada en el Subsector de la Guardia Civil, que pondría rumbo a Sanlúcar por el puente Carranza a las 13.50. Antes de las 15 horas, realizaron una parada en los pinares de la barriada del Río San Pedro para realizar un rengue y reponer fuerzas. A las 16 horas y bajo un sol de justicia, los rocieros gaditanos se ponían en marcha atravesando El Puerto y continuaron por carretera hacia Sanlúcar.

A las 18.15, los romeros gaditanos se adentraban en Sánlucar arropados por sus habitantes, que acompañaron al Simpecado en su discurrir por las calles del pueblo, hasta llegar a las blancas arenas de la playa sanluqueña donde el dispositivo preparado por el Plan Romero hacía que los romeros, animales y vehículos de tracción mecánica embarcaran poco a poco a las 19 horas en las barcazas de Cristóbal Anillo y de las Fuerzas Armadas Era el momento en el que muchos de los hermanos que no pueden acompañar a la hermandad por el camino y que sí lo habían hecho hasta Sanlúcar se despedían de la comitiva, viviéndose momentos entrañables entre familiares y amigos a los que les unen una misma devoción por la Virgen del Rocío. Así era el caso del Hermano Mayor, Manuel Montaño que dejando a un lado sus problemas de salud hizo un esfuerzo por estar con su gente y despedirse de sus hermanos romeros.

Tras una hora de idas y venidas de las barcazas a ambas orillas, la comitiva gaditana se encontraba al completo en la otra orilla, la de la playa de Malandar, ya en tierras de Huelva y donde las arenas, los pinos y los tan temidos mosquitos daban la bienvenida a los rocieros que se adentraban en la senda del Parque Nacional de Doñana para buscar el Palacio de las Marismillas, donde la Hermandad realizaría su primera pernocta junto con las hermandades de Rota y Puerto Real. Caía la tarde sobre los pinares y en torno a las 21 horas los romeros gaditanos llegaban a la acampada.

El día más duro

Hoy, los romeros tendrán que afrontar la jornada más dura del camino. Se levantarán sobre las 8 de al mañana y, después de la misa, se pondrán en marcha. Por la mañana deben atravesar el cerro del Trigo y, cuando caiga la tarde, el cerro de los ánsares.