MÁS FÚTBOL

Rómulo o Remo

Roma coronará el miércoles al campeón de Europa en una final a la que llega la perfección colectiva del Manchester United y la belleza del Barça como apuesta vital

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El fútbol, que todo devora, anuncia para el día 27 el cartel más redondo que hoy puede programarse en Europa. Al margen de disidencias minoritarias o interesadas, la opinión pública se muestra unánime. Roma reúne en la final de la Champions a los dos mejores equipos del continente. Es el partido más esperado, el no va más de un deporte que bombea emociones desde las vísceras hasta la piel, de un juego que muta los estados de ánimo con capacidad para sacar una mueca irascible a una estatua de sal.

Se enfrentan el actual campeón, el Manchester, y un aspirante de estética fastuosa, el Barcelona. Siempre se tiende a colgar la etiqueta de favorito a quien defiende el título, pero el producto que vende Guardiola equipara los pronósticos. Aun con todo, los muy aficionados ven en el grupo inglés el colmo de todas las virtudes, el antídoto con el poder suficiente para superar al cacareado mejor conjunto del mundo.

Ambos clubes parecen haber pactado sus respectivas cuotas de gloria antes de cruzar estilos en la ciudad eterna, la de las siete colinas. Han coincidido en proclamarse campeones de sus respectivas ligas el mismo fin de semana, dejándose llevar en los metros finales de una carrera que tenían ganada. El Barça, además, ha aprovechado para levantar su vigésimo quinta Copa, asegurarse el doblete y aspirar a la triple corona. Su adversario se encuentra ante la posibilidad de revalidar el máximo título europeo, una circunstancia célebre que no se registra desde comienzos de los noventa, cuando el Milán de Sacchi y Capello estableció las bases de su imperio.

EXPECTACIÓN MÁXIMA

Pocas citas han generado tanta expectación como la de este miércoles. Influye, desde luego, la fama de los equipos, pero también -y mucho- los medios que utilizan para lograr sus fines. Frente a la máquina inclemente, enormemente física y de altísimo voltaje que representa el Manchester se alineará el Barcelona del rondo, la triangulación, la pasión por la pelota y la belleza en el vértice de la pirámide. El catalán actúa como un enamorado que corteja a su novia, con atenciones y delicadeza. El United saca el anillo, lo mete a presión en el dedo de la prometida y la arrastra hasta el altar. Pero no recurre a la brusquedad sin encanto del Chelsea, ese grupo peligroso que marca cuellos con la navaja. Los pupilos de Sir Alex Ferguson también declaman poesía si las circunstancias se ponen a tiro. A tiro de Cristiano Ronaldo, claro está.

La final que coronará rey del continente resulta excitante por la categoría de los clubes (18 Ligas, 11 Copas y 3 'Champions' inglesas frente a 19, 25 y 2), el talento de un ramillete de jugadores que se encuentran entre los mejores del mundo y también por el contraste de los técnicos. A ese Ferguson que lleva veinticuatro años representando la misma obra en el Teatro de los Sueños (afortunada expresión del mítico Bobby Charlton) sólo le falta un busto de bronce a las puertas de Old Trafford -mascando chicle, por supuesto- mientras el novato Guardiola ha conseguido en un año lo que otros persiguen a lo largo de toda una vida. El noi de Santpedor, icono barcelonista desde sus tiempos de medio centro, está a un paso de la beatificación entre la masa culé. La gent blaugrana podría aprovechar al viaje a Roma para darse una vuelta por el Vaticano y pedir esa prebenda al mismísimo Benedicto XVI.

FACTORES DIFERENCIALES

Dos plantillones medirán sus fuerzas en la final del Olímpico. Por un lado, la contundencia de un grupo en el que el delantero portugués se alza con gran factor diferencial, no sólo en el actual campeón de Europa, sino en el universo del fútbol. Nadie iguala la aleación de calidad, potencia y remate de este fetiche de jovencitas. De otra parte, un grupo que reparte entre más jugadores los focos de la atención mediática. Que levante la mano el presidente que pueda presumir de aunar en el mismo conjunto a ese triángulo de creación cuasidivina que forman Xavi, Iniesta -empeñado en recuperarse para la magna cita tras su lesión- y Messi, el hombre a un pie izquierdo pegado en terminología quevedesca. Sirvan esos tres para no estirar demasiado una lista que incluiría, evidentemente, a un Eto'o con capacidad para resucitar en esa noche del juicio final, Henry y otros cuantos. Y valga también mencionar a Berbatov, Rooney, Scholes, Evra y Rio Ferdinand, el defensor implacable, o Tévez, ese hombre con cara de guardarle rencor al mundo.

Los planteles son descomunales, ambos estilos tan válidos como todos aquellos que funcionan al más alto nivel. Desde la belleza azulgrana que construye a través del pase y de procurar velocidad al cuero hasta el castigo de cada error que sanciona el United. El Barcelona de Guardiola, a quien se comparaba con el 'Dream Team', supera aquella versión que levantó las orejas de la Copa de Europa en Wembley por la estratégica presión defensiva que recupera pelotas a destajo. El equipo de Johan Cruyff carecía de esa fiabilidad atrás, asumía cada encuentro como un descenso alpino, a tumba abierta, con demasiados huecos a su espalda. Mientras, el Manchester se distingue por su esqueleto de hormigón armado, por hacerlo todo bien a un ritmo de Fórmula 1, tal vez la mayor expresión de categoría colectiva.

LOS AUSENTES

Apuntado todo esto no deberían los aficionados olvidarse de las ausencias. En la relación de estrellas barcelonistas antes enumerada no figura Alves, sencillamente porque las tarjetas le privan de la final con todo lo malo que ello representa para un duelo definitivo. Una de las formas para sorprender al United son las fulgurantes apariciones por la banda derecha del lateral brasileño. Dani, que firmó un mal encuentro en Stamford Bridge, centró la pelota que terminó en el legendario disparo a la escuadra de Iniesta para eliminar al Chelsea con una sola ocasión en tres horas de juego. También faltará Márquez, importante para contener el juego aéreo de un rival que se mueve igual de bien por arriba que por abajo y, además, para rematar córners que sin la presencia física de un certero cabeceador como el mexicano pierden veneno.

La final ya está aquí, a la vuelta de la esquina. Junta en el mismo lugar y a la misma hora a los dos mejores equipos del continente. Será la cuarta 'Champions' para el Manchester, segunda consecutiva, o la tercera del Barça, a las puertas de un olimpo casi inalcanzable tras ganar Liga y Copa. El miércoles a media noche se sabrá si la loba de Roma ha decidido amamantar a Rómulo o si ha decidido darle la leche a Remo.