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Ante la crisis, la Feria del Caballo insufla nuevos bríos a los emprendedores

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Este año las gambas son más chicas. O quizá es eso lo que parecen pensar una vez que se comprueba que el plato ha durado menos que una gota de agua sobre la plancha encendida. «No; lo que ocurre es que si el año pasado nos jalábamos tres raciones, este año sólo se pide una y se acabó», comenta uno del grupo. Nadie parece tener ganas de llamar al camarero para que traiga otra con menos lechuga y más sustancia. «Joder… se creen que por picarle un poco de lechuga no nos vamos a dar cuenta de que las raciones vienen con las gambas contadas».

Entre el grupo de amigos hay constructores, un granjero de pollos y hasta un vendedor ambulante. A tenor del brillo que lucen las pulseras del vendedor –donde se pueden ver reflejadas las medias potencias por el paseo– nadie puede negar que el negocio va bien. «No te creas que soy un clásico charlatán levantino de esos que venden mantas por los pueblos», subraya. Su compañero de al lado apostilla: «Pero no se aleja mucho...» y ríe a continuación. «Nada, soy un pobre autónomo. Ya sabes, esa medicina que nos mantiene a todos fuertes, sin poder siquiera caer enfermos», contesta.

Sus señoras parecen un tanto desentendidas de los problemas de la crisis económica. Les llaman más y mejor la atención el arte de los pescantes. Preguntan cómo se llama «ese tipo de sombrero que llevan los cocheros y que parecen Curro Jiménez». No se preocupe usted, señora. La pregunta no es impertinente, ni demuestra usted ninguna incultura. Habrá mucha gente en la Feria que lo verá y desconocerá su nombre. Se trata del sombrero calañés. Asunto concluido.

Nuevos negocios

Tras un suspiro y un buchito de fino, uno de ellos exclama que «llevamos ya unos días aquí. Nos hemos refugiado en la Feria del Caballo para plantear una estrategia de negocio. Ya sabes cómo está la cosa; y yo soy constructor. No se vende un piso ni siquiera con un billete gratis para la Feria de Jerez. Así que hay que cambiar de oficio». Los compañeros asienten con la cabeza.

Uno de ellos afirma: «Yo le he planteado que lo mejor es que comience con una granja de pollos. Así es cómo comencé yo… y mira hasta dónde he llegado». El de la mesa de enfrente concluye afirmando «ni que lo digas, has llegado a la Feria y todos los enganches se han parado para poder pasearte por el Real». El tercero en discordia sentencia, «cómo lo sabes...».