Un partido de andar por casa

Izquierda Unida, gracias al empuje de José Pedro Butrón, fue en las pasadas elecciones municipales la tercera fuerza política más votada de la ciudad, recuperando parte del peso orgánico que tuvo hace años en Chiclana.

Sin embargo, los sucesivos episodios de enfrentamientos en la asamblea local, incluida la detención de uno de los concejales por agredir a un Guardia Civil en un control de alcoholemia y su posterior dimisión al hacerse público que vivía en una casa ilegal, terminaron minando la confianza del partido y poniendo a IU al borde del abismo en Chiclana.

El último episodio es el caso Butrón-Blanco, dos de los tres concejales electos (la cuarta fue Nadine Fernández, actual socia de Gobierno de PSOE y PSA) que han dado la puntilla a un partido que trata de recomponerse.

La creación de una Gestora hace unos meses, justo antes de que la dirección provincial del partido diese su apoyo a la moción de censura contra Marín, ha sido uno de los mayores despropósitos de cuantos se han producido en los últimos meses. El parlamentario Ignacio García, que apenas hace acto de presencia en Chiclana, se convirtió en la cabeza visible de una coalición enfrentada con su militancia, en la que Nadine Fernández tuvo que ganar peso a marchas forzadas para no desaparecer.

Fruto de esta división interna sigue habiendo dos bandos; quienes apoyan a Butrón y quienes están en contra del que fuera concejal de Urbanismo durante el primer año y medio de legislatura.

Ahora IU añade tres nombres a su gestión interna para reforzar su estructura. El primero de ellos, Ana Rodríguez -nueva coordinadora local- sorprende por cuanto fue la periodista elegida por Butrón para llevar los asuntos de comunicación en el Ayuntamiento. Otro de los fichajes es el de Roberto Palmero, que será responsable de organización interna. También él pertenecía a la cuadrilla del actual concejal no inscrito y ex-portavoz de IU; pero ahora su enemistad es patente. La tercera incorporación será Antonio Merino, como responsable de finanzas.

Ellos son las caras nuevas de un partido que, guste o no a sus militantes, se desangra por sus luchas internas y las enemistades personales de quienes apostaron un día por vivir de la política.

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