FAMILIA. María y Diego viven con su hija y dos nietas en la Zona Sur de Jerez. / J. FERNÁNDEZ
DIEGO GALLOSO Y MARÍA DÍAZ BENEFICIARIOS DE PRESTACIONES NO CONTRIBUTIVAS POR INVALIDEZ

«Ahora al menos podremos comer y pagar los gastos básicos»

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La familia Galloso Díaz no podía imaginarse hace dos años que la vida le iba a cambiar tanto como para verse obligada a tener que recurrir a la prestación no contributiva. Después de estar toda la vida trabajando, Diego había conseguido ganar un sueldo digno como pintor, mientras María cumplía con las labores domésticas para mantener además a su hija y a dos nietas que viven bajo el mismo techo.

Sin embargo, el cabeza de familia sufrió una grave enfermedad que le ha impedido seguir trabajando y, como no contaba con suficiente tiempo cotizado, recibió una pensión de invalidez de poco más de seiscientos euros que resultaba insuficiente para hacer frente a las necesidades básicas de todos. «Y menos mal que me quedó ese dinero», afirma Diego con alivio. Ambos aseguran que han pasado «momentos muy delicados», aunque ahora comienzan a ver la luz, después de que a María le hayan concedido una pensión no contributiva por invalidez que complementará la economía familiar, aunque para ello ha tenido que esperar siete meses desde que la solicitó, allá por el mes de septiembre.

Él incluso apunta que estuvo al borde de la «depresión porque no dormía dándole vueltas a la cabeza», mientras que ella, animada por algunos vecinos, decidió dar un paso adelante, dejando al lado la «verguenza» que le daba recurrir a las ayudas alimentarias que proporciona Cáritas en la parroquia de San Rafael. Allí conoció a Paco Holgado, el responsable de la institución diocesana, al que le están muy agradecidos por haberle asesorado y guiado para poder salir del bache.

Diego Galloso asegura que además tuvo que hacer frente a otros gastos adicionales -audífonos, agua, luz, seguro de vida o móvil-, por lo que llegar a final de mes se convertía en un auténtico infierno con poco más de seiscientos euros para alimentar a cinco personas. «En Cáritas San Rafael me han ayudado mucho. Este año me pagaron 104 euros de la contribución y a mi mujer le daba 90 euros la asistenta social para pagar la luz y el agua», explicó con gratitud.

Ayuda indispensable

La pensión no contributiva por invalidez que a partir de ahora recibirá María les aportará algo más de 300 euros, por lo que la economía familiar podrá hacer frente a los gastos. «Ahora al menos puedo comer y pagar los recibos de la luz y el agua cuando llegan, porque antes es que no podía pagarlos, y tenía que recurrir a la ayuda de Paco».

En cuanto a la solicitud, María explicó que «en mi casa están empadronadas mi hija y mis dos nietas por lo que me dijeron que cumplía los requisitos para que me la concedieran y así ha sido. Aunque hemos tenido que esperar unos meses ahora nos darán todos los atrasos juntos y es un alivio importante, porque podemos pagar algunos atrasos que teníamos pendientes».

Explican que lo primero que hicieron fue renunciar a las ayudas de Cáritas, pues «es indiscutible que ahora deben recibirla otras familias que estén más necesitadas. Ahora nosotros al menos podemos comer y pagar los gastos». María reconoce que pasaba verguenza por pedir comida y su marido insiste en que han sido «momentos muy duros». En este sentido, Diego explicó que «afortunadamente mi oficio ha sido muy socorrido y no me faltaba trabajo. Siempre estaba dispuesto a echar una mano y de paso ganaba algún extra, pero desde que sufrí la enfermedad no podía hacer ningún esfuerzo». Confiesa que no poder regalar nada en Navidad a sus nietas «es una de las cosas que más me ha dolido».