LA CASAPUERTA

Laberinto gaditano

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Si repasaos y leemos detenidamente la historia del Cádiz reciente, siglo veinte y principios del veintiuno, podrá comprobarse sin esfuerzos que todas las grandes obras proyectadas para esta ciudad han sufrido increíbles retrasos y todas ellas se han viso inmersas en guerrillas sin trinchera que, a la larga, han perjudicado seriamente el desarrollo y el progreso o, lo que es más triste aún, han hipotecado sin escrúpulos y sin contemplaciones el pesente y el futuro.

El laberinto gaditano de guerrillas no es nuevo. Lo arrastramos desde siglos como una pesada cadena que, inflexible, nos pasa severas facturas condenándonos al ostracismo y a la pobreza perpetuada más inmisericorde. El ejemplo más significativo fue la demolición de las murallitas en el año 1906 porque el hambre y los piojos lo exigían sin contemplaciones. Hoy, sin lugar a dudas, con ellas Cádiz será Patrimonio de la Humanidad.

La plaza de Sevilla es de una desfachatez impresionante. Nadie da su brazo a torcer y todos quieren sacar la mejor tajada para sus intereses. Aduana sí, aduana no, deshojando la margarita hasta que, como el ficus, ella sola se muera. De nuevo se habla de Puerto América, de ese armatoste abandonado por los unos y los otros. Ahora dicen que será la joya de la corona. El AVE es otra falacia piadosa a pesar de las promesas formales. De esas mismas promesas formales que históricamente nos han ido tan mal.

Cádiz no se aclara ni con agua caliente. Este comportamiento a parte de ser inconcebible y triste es un atropello brutal con esta vieja ciudad que padece como nadie humillaciones y vejaciones sin paragón en comparación con otras. La han convertido en una ciudad cercenada y repartida que sólo sirve para votar y colocar en la poltrona a ineptos y fanfarrones que, en su gran mayoría, viven fuera de Cádiz y, por lo tanto, no sufren las calamidades y los agobios del gaditano de a pie.