EJÉRCITO. Las tropas toman posiciones, ayer, ante el motín de soldados en Bangladesh. / AP
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Un motín de las fuerzas paramilitares eleva la tensión en Bangladesh

Cinco de los miembros de esta unidad, que reclamaban una subida salarial, mueren al enfrentarse a tiros con las tropas regulares

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Las democracias surgidas de la descolonización británica en el subcontinente indio muestran su fragilidad al más mínimo roce. Después de los temblores provocados en Pakistán por el asesinato de Bhutto y las elecciones posteriores, ahora le toca el turno a Bangladesh, en cuya capital se vivieron ayer horas de pánico e incertidumbre debido al amotinamiento de los Bangladesh Rifles, fuerzas paramilitares encargadas del control fronterizo. Se enfrentaron a tiros a tropas regulares, para demandar una subida salarial y mayor presencia en la cúpula militar, en una batalla que ha dejado, por lo menos, cinco muertos, incluido un civil tiroteado en la cabeza, y 25 heridos, entre los que se encuentran varios niños.

Este nuevo episodio de violencia en la antigua Pakistán Oriental es la primera prueba de fuego a la que hace frente el recién formado Gobierno, cuya llegada al poder pone fin a dos años de estado de emergencia dictado por un régimen militar. Anoche, después de un día de intercambios de disparos de armas ligeras y artillería, la violencia había cesado, pero varias decenas de paramilitares continuaban atrincherados. No obstante, la primera ministra bengalí, Sheikh Hasina, declaró a la prensa estatal que espera una pronta resolución del conflicto, ya que ha ofrecido atender las demandas de los Bangladesh Rifles, que suman unos 70.000 efectivos, y otorgarles una amnistía general.

Mohammed Towhid, portavoz de los amotinados en el cuartel, reconoció que lo único que quieren es «dejar las armas y volver a sus barracones», pero no antes de que sean aceptadas sus exigencias, un hecho que hace temer más violencia a los analistas que ayer criticaban tanto al Gobierno como a los paramilitares.

Asamblea anual

Todo comenzó hacia las 9.30 horas de la mañana, hora local, cuando los Bangladesh Rifles se dieron cita en su cuartel general para celebrar una asamblea anual junto a varios altos cargos del Ejército. En un momento de la reunión, varios paramilitares tomaron como rehenes a varios miembros de la cúpula militar y cercaron el edificio principal, que no tardaron en sobrevolar dos helicópteros que abrieron fuego contra quienes se habían instalado en la azotea del edificio, con los rostros cubiertos por pañuelos para evitar ser identificados en televisión. Según diferentes fuentes, entre dos y cuatro altos cargos del Ejército habrían muerto en el intercambio de disparos, aunque el Ejecutivo no ha confirmado aún este extremo, que podría agravar la confrontación entre ambos cuerpos armados y provocar una escalada de violencia de mayor importancia.

Ese temor es el que llevó a la primera ministra a reunirse con catorce de los paramilitares amotinados. En un principio, pareció que este gesto de buena voluntad daría fin al enfrentamiento, pero parte de los paramilitares consideró a última hora de ayer que no era suficiente y decidió continuar con esta rara manifestación de descontento en el seno de las Fuerzas Armadas.