ORSAY

Entre la espada y la pared

Soplan buenos vientos en el Xerez. La fenomenal trayectoria de los azulinos está provocando que cada jornada que pasa sea más difícil contener la euforia. La comunión entre la afición y los jugadores es perfecta, casi nadie se acuerda ya de Morales, el equipo recibe toda suerte de elogios allá por donde va y el vestuario es una piña, al menos aparentemente. Digo esto porque Esteban Vigo, al que presuponemos feliz y dichoso remando con el viento a favor, las está pasando canutas. Peor incluso, me reconocía el otro día, que el año pasado cuando el equipo tenía casi los dos pies en Segunda B.

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Lo que desde fuera parece color de rosa, de puertas para adentro es muy diferente. No es que el vestuario se haya roto con la llegada de Abel y Altidore, pero la labor de diplomacia que el Boque ha tenido que desplegar desde la llegada de los refuerzos de invierno es de auténtico manual para entrenadores.

La tesitura no es fácil. Por un lado, el Villarreal y el propio consejo de administración del Xerez se impacientan porque Altidore, que ha venido al Xerez para jugar los minutos que se le resistían en El Madrigal, no entra ni en las convocatorias. Por otro, el grueso de la plantilla, los mismos que empezaron la pretemporada en cuadro y se han comido todos los marrones habidos y por haber, no entienden que los nuevos tengan que jugar sí o sí.

Para colmo, paradojas del fútbol, Esteban Vigo está contando cada jornada con la práctica totalidad de la plantilla, menos el sancionado de turno, lo que ya es tener mala pata que para sí quisieran muchos.

El jueves, durante la charla organizada por el diario As, el técnico del Xerez, llevándose el dedo índice a la sien, desvelaba que, a diferencia de los otros intentos fallidos de ascenso, lo mejor de este equipo es su fortaleza mental. La lucha titánica del malagueño por mantener el buen clima en el vestuario no está trascendiendo, precisamente por el sigilo y la prudencia con la que la está librando. Vamos, como para estar preocupándose a estas alturas por la renovación.