TRIBUNA LIBRE

Los banqueros anarquistas

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En numerosas ocasiones, conversar sobre economía se ha convertido en materia referida a expertos, sabios, gurús. La economía, cual ciencia oculta, escapa a la compresión de las personas normales y sólo es asequible para una elite o grupo reducido de privilegiados. Sin embargo, esta afecta a todos, aunque no se comprendan los mecanismos la rigen. Las noticias, reportajes, artículos, etc sobre la economía nos inundan todos los días. Pero lo más importante es que afecta a todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. En estos momentos, con la crisis, todos hablamos de economía, pero se nos quiere hacer creer que es un castigo divino, que de la noche a la mañana nos encontramos en esta situación por arte de magia. Parece que nadie tiene la culpa, que nada ni nadie es responsable de la actual situación. Ni los mal llamados expertos en economía predijeron la crisis, ni atinan a la hora fijar las responsabilidades, ni en las medidas para salir de ella. Mientras tanto, el número de parados aumenta cada día, siendo nuestra provincia una de las más castigadas por el desempleo.

Uno de los sectores más en entredicho es el financiero. La banca ha sido objeto de ruegos por parte del Gobierno para que acceda a conceder créditos a empresas para reactivar la economía. Desde mi punto de vista es vergonzosa la situación, un gobierno mal llamado socialista, entregándoles miles de millones a los bancos y a la vez rogándoles que presten dinero. Según el economista Juan Torres López «de 2002 a 2008, ¿sí, sólo seis años!, la cifra de crédito concedido por entidades financieras españolas ha pasado de 701.000 millones de euros a más de 1,838 billones de euros, lo que supone un incremento del 161%.Y lo que es aún más exagerado: el 70% de ese incremento se dedicó a financiar el ladrillo, pues el crédito inmobiliario pasó de 347.000 millones a 1,1 billones de euros creciendo, por tanto, un 219%. El resultado de esta expansión vertiginosa del crédito no ha podido ser otro que una pérdida de solvencia del sector financiero español (además de crear una burbuja inmobiliaria y una especialización perversa de nuestra actividad productiva)». Esa es la razón de no prestar ahora dinero. ¿Pero qué hace el Gobierno? ¿Dónde está la banca pública? Desgraciadamente no existe, durante las últimas décadas, gobiernos del PSOE y PP han ido privatizando el sector financiero público y las empresas públicas de sectores estratégicos de nuestra economía. De esos barros ahora tenemos estos lodos. Bajo las directrices de un sistema económico capitalista globalizado y neoliberal, tanto PSOE y PP han creado las condiciones para que nuestro país tenga un modelo de desarrollo especulativo. Lo paradójico es que mientras miles de trabajadores engrosan las filas del paro, cientos de expedientes de regulación de empleo son aprobados y pequeñas empresas y autónomos pasan verdaderas dificultades, el Banco Santander anuncia unos beneficios netos de 8.876 millones de euros. Estamos viviendo la vorágine del libre mercado. La libertad absoluta para el beneficio económico, la libertad para el capital. Decía Ignacio Ramonet que la ideología del ultraliberalismo está haciendo realidad el sueño de los libertarios que propugnaban la desaparición del Estado. En efecto: el mercado está destruyendo el Estado. Esto me recuerda el cínico personaje del libro de Fernando Pessoa El Banquero Anarquista. Ya en 1922 el ingenioso escritor portugués reflexiona sobre la libertad, el dinero y sobre el moviendo emancipatorio llevado al absurdo.

Mientras tanto, urge cambiar el modelo económico y de la misma manera cumplir nuestra Constitución en su título VII, especialmente el art. 128, que dice así: «1.- Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general. 2.- Se reconoce la iniciativa pública en la actividad económica. Mediante ley se podrá reservar al sector público recursos esenciales, especialmente en caso de monopolio y asimismo acordar la intervención de empresas cuando lo exigiere el interés general».