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Precios de riesgo

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La sucesión de noticias, datos y previsiones que auguran una crisis más profunda y prolongada de lo que inicialmente se anunció hizo emerger ayer, coincidiendo con que la inflación haya aumentado apenas un 0,8%, el temor a la deflación; a que por efecto del fuerte retraimiento de la demanda los precios tiendan a situarse por debajo de los costes de producción. Una posibilidad que no resulta impensable desde el mismo momento en que se menciona la palabra maldita. Es verdad que por ahora el IPC subyacente, el que resta tras excluir los productos energéticos y los de alimentación, no ha seguido la caída de los precios de estos últimos. Pero también es cierto que la economía española, que por su diferencial inflacionista respecto al resto de los países de la Unión parecía vacunada ante tan grave peligro, está experimentando convulsiones ante las que las certezas del Gobierno no resultan tranquilizadoras porque, una tras otra, son desmentidas por los acontecimientos. Frente al optimismo manifestado ayer por el secretario de Estado de Economía, David Vegara, respecto a las bondades de la reducción del IPC para la renta disponible de las familias, conviene advertir de que la coincidencia de esa bajada con los nubarrones de un paro creciente está impidiendo el deseable incremento del consumo. De hecho, una vez que el término deflación ha salido a la palestra, la mera expectativa de que los precios de hoy puedan verse reducidos mañana contribuirá a que se pospongan los consumos. Por otra parte, y siguiendo con lo apuntado por Vegara, la mejora que para la competitividad de los bienes y servicios españoles pueda suponer tan notable reducción de los precios se ve contrarrestada por el hecho ineludible del retraimiento global de la demanda y de la actividad. Las noticias de que el PIB de EE UU ha disminuido en un 3,8% en el último trimestre de 2008 y que Japón se desliza hacia una recesión sin precedentes desde la II Guerra Mundial confirman que el mundo carece en la actualidad de una economía nacional tractora. Constatación que obliga a contemplar el futuro inmediato con enorme preocupación, y el medio plazo con la seguridad de que la recuperación económica va a ser extraordinariamente dificultosa.