Opinion

Unas previsiones ambiciosas y necesarias

Prevé la construcción de casi 35.000 viviendas en los próximos diez años, para una ciudad que estima que entonces tendrá 242.000 habitantes. Algunos pensarán que son unas previsiones excesivamente optimistas, y puede que no les falte razón. Pero también deberían interpretarse como ambiciosas. Y ambición es lo que le hace falta a Jerez, pero una ambición decidida, sin fisuras y que venga acompañada de todo lo necesario para asumir un crecimiento de esas proporciones.

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PILAR SÁNCHEZ&JUNTA DE ANDALUCÍA



La alcaldesa de Jerez se descolgó esta semana anunciando que buscaría el consenso de los alcaldes andaluces para reclamar a la Junta de Andalucía una modificación de la Ley del Suelo. Pretende que el dinero que los ayuntamientos obtengan por la venta de terrenos pueda destinarlo íntegramente a inversiones. Y vaya la que se ha montado. El mismo día que se hicieron públicas sus intenciones saltaron como un resorte desde la Junta para dejar claro que no tiene la más mínima intención de acceder a las pretensiones de Pilar Sánchez. Hasta su propio partido, el PSOE, le ha enmendado la plana públicamente. Incluso la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP) ha tildado la propuesta de «inviable», aunque unas pocas horas después matizó al asegurar que podría ser «conveniente».

No me extenderé sobre lo que se puede esconder detrás de toda esta historia, porque ya lo explica perfectamente Javier Benítez en su artículo de la página anterior. Pero he de reconocer que la alcaldesa me está sorprendiendo de un tiempo a esta parte. Primero por su arrojo al acudir a un debate con uno de sus grandes enemigos, el alcalde de La Barca, en el municipio pedáneo y que estuvo repleta de vecinos barqueños que la esperaban con las uñas afiladas. Y segundo, por este pulso -aunque no quieran llamarlo así- que mantiene con la Junta de Andalucía, gobernada, cabe recordar, por su propio partido. Al menos está demostrando coraje.



EL PALACIO DE CONGRESOS SIGUE PARADO



Las obras siguen totalmente paralizadas, por el impago de la constructora a los trabajadores, y sin fecha prevista de reinicio. Ya llevan casi un mes y cada vez se complica más el cumplimiento del objetivo de tenerlas acabadas en 2010.

Conviene no olvidar que se trata de la inversión turística más importante prevista para Jerez en los próximos años. Y tiene que seguir siéndolo, porque se convertiría en un inmejorable polo de atracción para un segmento turístico tremendamente interesante, ajeno a la estacionalidad y que acostumbra a dejar una buena cantidad de cuartos en las ciudades que elige. Por eso la actitud, excesivamente pasiva en apariencia, que está manteniendo el Ayuntamiento en este asunto no es nada buena.



LA CALLE PARA CHEMA RODRÍGUEZ



El Ayuntamiento ha anunciado que le pondrá a una calle (avenida Chiribitos) el nombre del atleta paralímpico jerezano que ganó una medalla en los últimos Juegos. Lo reclamábamos desde estas mismas páginas semanas atrás y es justo reconocer y aplaudir, por tanto, el acierto de la decisión municipal. Chema se lo merece, por sus logros deportivos y también por ser un ejemplo para todos los jerezanos.



LA VENTA DEL XEREZ



¿Volvemos a empezar?. Esta semana hemos conocido, a través de las páginas de este periódico, que hay otro grupo inversor interesado en comprar el Xerez. La noticia ha saltado apenas una semana después de que se rompiese la negociación con el anterior interesado.

El interés está ahí, es incuestionable. Los empresarios -sin nombre, de momento- quieren hacerse con las riendas del club azulino y apostar por él. Otra cosa es que pase lo de siempre, que cuando se encuentren con lo que hay en realidad salgan espantados. O que todo se quede en agua de borrajas a las primeras de cambio. De momento, el todavía presidente y máximo accionista del Xerez, Joaquín Morales, no ha abierto la boca al respecto. Y hace bien. Igual de bien que cumpliendo, como hizo el viernes, su promesa de condonar la deuda que tenía el club con él. Aunque no sé si el gesto será suficiente para ganarse la confianza de una afición que cada vez está más cansada. De todo menos, por supuesto, de la marcha deportiva del equipo. Lidera la Segunda División e inyecta optimismo e ilusión.