ANÁLISIS

El problema de la solución

El pinchazo de la burbuja inmobiliaria continúa con el guión previsto y que ya hemos visto otras veces en el pasado. El primer impacto de importancia lo sufren las empresas inmobiliarias y constructoras. La lista de las que están en concurso de acreedores, o incluso en quiebra, es ya enorme. El nivel de deuda acumulado durante los años de la orgía crediticia (unos 314.000 millones de euros, el 30% del PIB) imposibilita un desapalancamiento suave y controlado. La disminución del tipo de interés es una buena noticia, especialmente para las familias que pagan una hipoteca a tipo variable, pero no resolverá el problema de las empresas inmobiliarias. El efecto del tipo de interés sobre la demanda de nuevas viviendas ha dejado de ser relevante. En estos momentos son las expectativas sobre caídas más acusadas del precio de la vivienda las que están deprimiendo la demanda, al revés de lo sucedido en los últimos años, cuando la confianza irreal en grandes incrementos de precios futuros provocaron una fiebre del oro inmobiliario.

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Por tanto, la bajada del tipo de interés no recuperará la demanda, por lo cual las empresas inmobiliarias seguirán registrando un declive espectacular de sus ventas y será muy difícil que puedan desapalancarse de forma controlada, a pesar de que se reduzca la presión del euríbor. Y no nos engañemos: el problema no es únicamente que el grifo crediticio está medio cerrado. Son también los muchos compradores que no querrían un crédito en la actualidad aunque se lo dieran. ¿Cómo se pueden reajustar las expectativas de familias e instituciones crediticias? Sólo hay una forma: una caída rápida y significativa de los precios de la vivienda, hasta un punto que haga factible que una familia de renta media pueda acceder a la compra con niveles de riesgo prudentes. Los bancos se lo dicen a las inmobiliarias: no hay crédito si el precio de las viviendas a construir no baja entre el 30% y el 40%. No tiene sentido prestar a un promotor para que construya unas viviendas cuyo precio será tan elevado que muy pocas familias podrán subrogarse el crédito con las condiciones de prudencia normales (20% de entrada sin tasaciones artificiales y una cuota que no supere el 30% de la renta familiar disponible). Es así de fácil.