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Tailandia navega en la rebelión

La oposición incomunica la capital para exigir la renuncia del Gobierno, mientras el Ejército reclama elecciones anticipadas

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Vuelve a escucharse el ruido de sables en Tailandia, sumida en una larga crisis política y prácticamente incomunicada con el resto del mundo desde que unos 8.000 partidarios de la oposición tomaran el martes por la noche el aeropuerto internacional de Bangkok para exigir la dimisión del primer ministro, Somchai Wongasawat.

Cuando el jefe del Gobierno regresó ayer de la cumbre en Lima del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), no solamente tuvo que aterrizar en la ciudad de Chiang Mai, al norte del país, porque los manifestantes habían ocupado la torre de control del aeropuerto de la capital, sino que se encontró con una atípica sugerencia del comandante en jefe del Ejército. En lugar de restablecer el orden y acabar con la revuelta, el poderoso general Anupong Paochinda recomendaba al Ejecutivo «darle al pueblo una oportunidad para que decida con unas nuevas elecciones».

Aunque los militares han pedido a los manifestantes que desalojen el aeropuerto de Suvarnabhumi y han insistido en que no protagonizarán un golpe de Estado, ese llamamiento al Gobierno indica que no van a hacer nada para salvarle del acoso de la oposición.

En este largo conflicto que estalló en mayo, la denominada Alianza Popular por la Democracia (APD) se está movilizando para derribar al Ejecutivo elegido en los comicios celebrados en diciembre de 2007. La oposición, partidaria del venerado rey Bhumibol y apoyada por la oligarquía del país asiático y la clase media urbana, denuncia que el Gobierno sigue dirigido por el ex primer ministro Thaksin Shinawatra. Este magnate de las telecomunicaciones, cuñado del actual jefe del Ejecutivo, fue depuesto en un golpe de Estado incruento en septiembre de 2006 y acaba de ser condenado por corrupción tras huir del país en verano.

Sin embargo, la oposición también está dirigida por oscuros hombres de negocios y, además, apuesta por limitar la participación democrática de los campesinos, a los que acusan de ser tan ignorantes que se dejan comprar sus votos por el Partido del Poder Popular (PPP), sustentado por Thaksin. En este sentido, la Comisión Electoral Central ya recomendó en su día la disolución de la formación en el poder, el PPP, por fraude en los comicios de diciembre. El anterior primer ministro, Samak Sundaravej, tuvo que dimitir en septiembre por presentar un programa de cocina del que obtenía unos cuantiosos ingresos incompatibles con su cargo público.

Amparándose en estos casos de corrupción y en la habitual compra de votos entre los campesinos, los opositores proponen que sólo un 30% del Parlamento sea elegido mediante consulta popular y que al resto se le designe directamente. Entre los líderes de la APD sobresalen un antiguo magnate de los medios de comunicación, Sondhi Limtongkul -quien al principio apoyaba a Thaksin y luego cambió de postura- y el general Chamlong Srimuang.

En medio de esta lucha de poder entre la clase media urbana y el paupérrimo mundo rural, dirigidos ambos por adinerados empresarios manchados por la corrupción, sólo el rey Bhumibol y el Ejército pueden ejercer de árbitros. Pero parece que el soberano y los militares quieren dejar caer al Gobierno por su propio peso, renunciando a llevar a cabo un golpe de Estado que se sumaría a las diecisiete asonadas que ha sufrido el 'país de la sonrisa' desde 1932.

Ante el órdago lanzado por sus enemigos, el primer ministro Somchai se dirigió anoche a la nación en un discurso televisado para asegurar que su Gobierno, «es legítimo porque ha sido ha sido elegido democráticamente y continuará funcionando hasta el final».

El negocio turístico

Tras ocupar a últimos de agosto las oficinas gubernamentales, la oposición tailandesa ha radicalizado su campaña de asedio contra el Ejecutivo y se ha hecho con el control del aeropuerto internacional de Bangkok, que recibe cada año a cuarenta millones de pasajeros y por donde entran la mayoría de los turistas que visitan este país del sureste asiático, que generan 12.460 millones de euros (el 6% de la economía tailandesa).