Cultura

Del garaje al escenario

Veintitrés grupos de Cádiz participan en 'El rock de aquí', un programa que permitirá dar el salto al directo a músicos jóvenes de la ciudad

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De la humedad del garaje al calor del escenario hay un largo camino. Los músicos, como los actores, nacen sobre las tablas. El primer acorde, ante el público, suena como el primer latido. Los ensayos eternos, sin el fogonazo de adrenalina del directo, acaban desanimando al personal. Hay que saltar al ruedo, pero no siempre es fácil. En Cádiz faltan locales de ensayo, faltan productoras y promotoras, faltan medios y, sobre todo, faltan salas.

Ahora, 23 grupos e intérpretes locales tendrán más fácil esa prueba de fuego (para los noveles) y ese agradable reencuentro (para los más veteranos). Gracias al programa El rock de por aquí, presentado ayer en el Ayuntamiento, formaciones con una respetable trayectoria como Gas Drummers o The Capris podrán encontrarse con otras de creación más reciente, como Agapornis Funk o Punta Diablo. Será en el Woodstock, todos los fines de semana, de aquí a febrero, en una primera edición experimental que tendrá la continuidad «que los músicos y su público quieran».

La idea es sencilla: se trata de una convocatoria abierta y flexible, para que todos aquellos melómanos de Cádiz que se mueren por demostrar su valía ante la concurrencia, tengan todas las facilidades posibles. Basta con apuntarse en www.myspace.com /suresteestudios, subir algún tema y esperar turno. Sólo son imprescindibles dos requisitos: ser joven y poder presumir de una calidad contrastada, independientemente de que no se haya publicado ningún disco. Paco Muñoz, uno de los cerebros del asunto, defiende que «lo importante, más que ninguna otra cosa, es que los grupos puedan actuar, aunque para ello tengamos que cederles el equipo y el backline; crear un punto de encuentro para las bandas locales y no marearlos demasiado, abrirles las puertas y no andarse con regateos».

Los propios protagonistas no pueden estar más de acuerdo. En el teléfono de Jesús Ruiz, guitarrista de Punta Diablo, suenan las Zapatillas de El Canto del loco. Llevan desde 2006 machacando su rock juvenil, de letras frescas y descaradas. Se han atrevido con alguna maquetilla y no son del todo vírgenes en el directo, aunque reconocen que «es la gran asignatura pendiente de muchos grupos de Cádiz, pero no por falta de ganas, sino de sitios». Forman parte de la larga lista de exiliados, que tienen que emigrar puntualmente a Puerto Real o San Fernando para encontrar un local de ensayo «libre de vecinos quisquillosos». Para ellos, El rock de aquí es la oportunidad de acabar, aunque sea puntualmente, con «el método de Juan Palomo».

Adri, de Agapornis Funk, va un poco más allá: «Es una oportunidad para demostrar que en Cádiz se hace música diversa y rebelde, que no todo son dúos aflamencaos o con soniquete de Carnaval».

El tópico de un panorama musical pobre y empantanado «no es cierto», explica Jesús Montaño Tilili, que empezó en la música en los 90, a pesar de sus 27 años. «Creatividad nos sobra, pero no medios», matiza. The Borzas, la formación en la que toca la guitarra, practica un género singular: «Hacemos versiones de grupos de rock de los 60, 70 u 80, de grandes clásicos como AC/DC o Led Zeppelin, y todo lo que suene demasiado duro, demasiado lejos de los cánones comerciales no tiene salida ni en las discográficas ni para muchos locales». Desde que cerró la Sala Black, la ciudad está huérfana de «esos escenarios que tanto necesitamos, para encontrarnos con el público, pero también para conocernos», insiste.

Desde el próximo 28 de noviembre, con el concierto inaugural de The Capris, al menos hay un oasis en este desierto. Esperemos que no sea un espejismo. kaya