Artículos

Las casas de vecinos

Afortunadamente, hoy se va ganando en calidad de vida, y sobre todo, en forma de vivir. Ahora, hay restauraciones de barrios que siempre estuvieron marginados, que conocíamos, aunque no viviésemos en aquellas casas de vecinos, y donde no existían los servicios más elementales, donde en una habitación vivían padres, hijos y en muchos casos hasta abuelos, sin intimidad alguna. Hoy se están convirtiendo en casas con todas las comodidades habidas y por haber, cuartos de baños, ascensores, habitaciones individuales... Pero ahora bien, todas esas carencias de entonces eran suplidas por el sentido más elemental del compañerismo de todos los vecinos, cosa esta que hoy no existe; en aquellos tiempos los vecinos eran como familias. Todos estaban unidos lo mismo para una celebración como podía ser Tosantos, Nochebuena, bodas... y cómo las disfrutaban y compartían todos los vecinos, igual que en los momentos tristes estaban a una. Las visitas diarias a estos lugares siempre eran las mismas: el ditero, el cobrador de la venta a plazo o el que daba dinero a ganancia, ya que por esos tiempos era raro el que tuviese una cuenta en algún banco o caja, ya que en los barrios era difícil que hubiese una sucursal de estos estamentos.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Otra de las cosas era la cantidad de matrimonios que salían de estas casas. Entre vecinos se conocieron porque se criaron juntos y de mayores eran marido y mujer.

La persona que no faltaba en estos sitios era el casero. O la casera. Personas intermediarias entre la propiedad del inmueble y los vecinos, el encargado del cobro de la renta, el de transmitirle a la propiedad cualquier eventualidad ocurrida e incluso comunicarles que había quedado libre cualquier partido o la llamada sala y alcoba. Muchos de ellos no cobraban, tenían la ventaja de que no pagaban alquiler y disfrutaban de una buena vivienda.